El agua es vida. Más de la mitad del cuerpo humano es agua. El agua pura natural escasea. La población del planeta se ha multiplicado por 10 en los últimos tres siglos, con un incremento simultáneo de bienestar sin precedentes que a la vez estresa todos los recursos. Colombia no es ajena a ambos fenómenos. El año pasado tuvimos amagues de crisis hídrica para la generación de energía y también para el suministro de agua tratada en el interior del país, como consecuencia del fenómeno del Niño de 2023 - 2024. Ello condujo a racionamientos en la capital y otras ciudades durante el último trimestre del año que probablemente se prolonguen en el 2025.
Para prevenir una crisis mayor la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) emitió el 18 de diciembre la Resolución 1005 de 2024, cuyo objetivo es desincentivar tanto el consumo excesivo por parte de los usuarios del servicio como las pérdidas por parte de los prestadores del mismo. Observemos que no se trata de incentivos (premios) al ahorro ni al control de pérdidas, sino castigos a lo contrario. En los considerandos se menciona que según el IDEAM “en septiembre el déficit se presenta principalmente en la Región Andina, la Pacífica, la Orinoquía y la Amazonía, en octubre en los departamentos de Córdoba, Antioquia y Cauca y en noviembre en Nariño, Meta, Guaviare, Vichada, Guainía, Vaupés, Caquetá y Amazonas”.
El desincentivo al consumo para los usuarios consiste en duplicar el valor del metro cúbico a partir de un máximo establecido de 15 metros cúbicos mensuales, para quienes estén por debajo de 1.000 metros sobre el nivel del mar, como es el caso de todo el departamento del Atlántico. A su paso por el puente Pumarejo, contiguo a la principal bocatoma del departamento, el caudal histórico promedio del río Magdalena es de 7.500 metros cúbicos por segundo, su caudal máximo 14.000 m3/s y el mínimo 2.000 m3/s. El agua allí captada para suplir las necesidades de Barranquilla, Soledad, Galapa y Puerto Colombia es de 7,5 m3/s, lo que representa sólo una milésima del caudal promedio y menos de 4 milésimas del caudal mínimo. Cifras que reflejan el bajo riesgo de insuficiencia hídrica en el departamento y que deben permitir, como lo establece la norma, exceptuar al Atlántico de la aplicación de los “desincentivos” de la misma. Además, siendo éste el último visitado por el río, después de Barranquilla, los únicos que recibirían la diez milésima ahorrada serían los tiburones de Bocas de Ceniza.