La fiebre del dengue, uno de los virus más antiguos en la historia de la humanidad, los registros de esta enfermedad se encuentran en una enciclopedia china de los, Síntomas de Enfermedad y los Remedios. (265 a 420 DC).

Según la OMS, Organización Mundial de la Salud, más de la mitad de la población mundial, corre riesgo de contraer el dengue, así, cada año se producen entre 100 a 400 millones de casos. La infección por dengue puede variar de leve a grave, con tasas de mortalidad que, pueden superar el 1%. La tasa de letalidad de la infección primaria por DENV es generalmente baja, con un valor estimado de 0,01-0,1%, pero la tasa de letalidad podría alcanzar hasta el 1-4% en el caso de la infección secundaria o terciaria por DENV, una de cada veinte personas que se enferman de dengue, pueden desarrollar dengue grave en forma de shock, hemorragias, e incluso la muerte. Las personas, tienen más probabilidades de tener dengue grave, si han sufrido una infección previa, están embarazadas o son bebés. Se sabe, que en los países en donde el dengue es endémico, el numero persistente de casos, y la superinfección, determinan un riesgo mayor de fallecimientos. A esto, se le suma, la variabilidad climática y ambiental, el calentamiento global, las lluvias y/o el déficit o mal manejo de las aguas.

Con el crecimiento de los casos por el aumento simultáneo del Aedes aegypti, mosquito trasmisor del virus del dengue, se hace necesario y con urgencia, fortalecer las medidas para el control del dengue, sostener la vigilancia, fortalecer las medidas de prevención y control, al responder con una atención médica oportuna. La transmisión de esta enfermedad, es un problema de salud pública, en gran medida, resultado del comportamiento humano, a lo que se incluye el crecimiento de la población, con una mayor frecuencia de viajeros por tierra, agua y aire. Además, con una mala planificación urbana, hacinamiento y medidas sanitarias deficientes. Lo anterior, ha llevado a una falla, en un control efectivo del mosquito, a lo que, se agregan los numerosos cambios climáticos ocasionados por el calentamiento global.

Dentro de las acciones a tomar, consideradas importantes es declarar al dengue como enemigo No. 1, utilizando los grandes avances de las comunicaciones, para el desarrollo de campañas educativas, que deben empezar, desde los profesionales sanitarios más especializados hasta las grandes y pequeñas comunidades. Para lograr, la concientización a todos los niveles de que, no es una simple fiebre y, que su seguimiento, se debe hacer en forma contundente, para darle a su evolución, el mejor manejo, protegiendo los grupos de riesgo, incluyéndose, desde ya, una buena campaña de vacunación, que incluya niños de 15-18 años y adultos mayores. La vacuna de reciente aparición ha mostrado ya una buena respuesta en estos grupos y se espera definir su uso en otras edades y circunstancias.

Aun cuando, no hay ningún medicamento, curativo contra el virus del dengue, a través de soportes científicos y tecnológicos, se ha logrado, una mayor sobrevivencia de los casos complicados.

Las comunidades, asociaciones de salud, universidades, instituciones del medio ambiente, y control sanitario, debemos trabajar conjuntamente para obtener mejor resultados que, los que hasta ahora se han logrado en nuestro país, con medidas para el control del dengue bajo supervisión de expertos. La violencia y el impedimento para llegar a zonas vetadas, han tenido un impacto negativo, la mejoría en servicios públicos, dotación de agua potable, alcantarillado, sistemas de drenaje y en general apoyo a las comunidades más abandonadas, debemos unirnos en una campaña para hacerle frente al dengue.

Convencer a los líderes políticos y gobernantes, de que, solamente con un direccionamiento conjunto en la mejoría de los niveles sanitarios, y un manejo científico, rápido y eficiente de casos, nos podrá llevar a vencer una enfermedad, cuya perpetuidad se fundamenta principalmente en, mejorar las condiciones infrahumanas en las que una gran parte de la población continua, sin entender que, si no frenamos esos defectos poblacionales, todos, seguiremos expuestos a infecciones que pueden tener características graves.