El avance de la ciencia está poniendo a prueba los valores, convicciones y principios que definen el lenguaje programático de lo que somos. Los retos de la ética son mucho más que reflexiones sobre normas con alcances morales. Implican la interpretación de la realidad evidenciada en la capacidad de comprender el entorno para adaptarse a los cambios, la evolución y el desarrollo. ¿Estamos listos?

Aunque suene metafórico, interesante o preocupante, las nuevas formas de interacción entre las máquinas y las personas, van a cambiar las condiciones de la vida. No se requiere ser futurista, para reconocer que la inteligencia artificial en muy poco tiempo está ocupando un lugar destacado en la educación, el trabajo o el plano personal y colectivo.

Por muy descabellado que parezca, en breve se podrá hablar de una iglesia cibernética, con reuniones en realidad aumentada, sacerdotes, pastores, imanes o líderes espirituales personalizados: Todos operados con inteligencia artificial. ¿Cambiará la idea del bien y del mal? ¿Se redefinirá la fe? ¿Cómo se entenderán el pecado, el perdón, la salvación y la vida eterna? ¿Los ateos tendrán ahora dioses o dogmas artificiales?

Algunos concluyen que serían mejores médicos, jueces, abogados, gobernantes y asistentes personales, si fueran sistemas informáticos. Se habla de que muchas profesiones desaparecerán. Sustentan estos criterios en la posibilidad de eliminar los errores y no estar tentados por antivalores como la corrupción, el engaño, las mentiras, la manipulación y la explotación del hombre por el hombre. ¿Se hablará en este siglo de amores robóticos? ¿La realidad superará una vez más a la ficción?

Ya se pueden comprar robots que aspiran acabar con la soledad o la nostalgia propia de la ausencia de compañía, adaptables al interés o las preferencias de sus compradores. Estos cíborgs ofrecen un catálogo de bienes y servicios, bajo normas de complacencia y obediencia, que tienen a mucha gente pensando si vale la pena sustituir a su pareja, por una forma de afecto electrónico.

Los afectos electrónicos son sentimientos, amores, preferencias, relaciones y vínculos espirituales o mentales, desarrollados entre las personas y las máquinas creadas para satisfacer necesidades de cariño, compañía o soporte emocional, con el uso de inteligencia artificial o software, cargados eléctricamente. Son las nuevas formas de interacción del siglo XXI. Constituyen los más grandes retos de las ciencias humanas y sociales.

¿Avanzamos? ¿Cuidas o valoras tus amores y emociones naturales? ¿Prefieres afectos electrónicos?

@JulioCesarHT