A muchos puede no gustarles la música de Bad Bunny, pero algo que hay que reconocer es que su reciente álbum, Debí tirar más fotos, logró poner el foco sobre la realidad de Puerto Rico y de muchos otros territorios de América Latina que están sufriendo los efectos de la gentrificación, los elevados costos de vida, el desplazamiento de los locales que no pueden asumir económicamente esa nueva realidad, y la pérdida de elementos culturales que son la esencia de los pueblos. La gentrificación en Puerto Rico está profundamente ligada a las dinámicas del colonialismo, las políticas fiscales locales, el turismo y la inversión extranjera. Todo esto, por supuesto, si bien puede generar crecimiento económico y beneficios para algunos sectores, como la industria hotelera, también plantea retos significativos para la equidad social, la preservación cultural y los derechos de las comunidades locales.
Ahora bien, esta realidad, que se muestra ampliamente en el álbum de Bad Bunny –uno de los más escuchados en este momento alrededor del mundo–, también la están enfrentando ciudades que resultan atractivas para personas que tienen ingresos en moneda extranjera, que pueden trabajar desde cualquier parte del mundo y a quienes les resulta mucho más conveniente, por ejemplo, vivir fuera de Estados Unidos. Un claro ejemplo de esto en Colombia es Medellín, una ciudad que, si bien se ha fortalecido gracias al sinnúmero de turistas que recibe anualmente, también ha sufrido cambios y costos elevados que obligan a las personas locales a mudarse de las zonas donde tradicionalmente vivían. Tomar decisiones de política pública para controlar estos fenómenos es sumamente complejo, ya que las ciudades enfrentan un dilema entre la gentrificación y el crecimiento económico. El éxito de las ciudades también se mide por la inversión extranjera que reciben, y las reglas del mercado están dadas para que este tipo de escenarios, como los que enfrenta Puerto Rico, Medellín, Ciudad de México o Sevilla, se presenten sin mayores restricciones.
En Colombia, sin embargo, es urgente tomar medidas, porque lo mismo está ocurriendo en ciudades como Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y otras localidades del país, donde los residentes se sienten asfixiados por los altos costos que solo pueden pagar los extranjeros o personas de otras ciudades con mayores ingresos. Entre las medidas que se podrían adoptar a nivel local está el control de los costos de renta en ciertos barrios –una medida muy común en diferentes ciudades de Estados Unidos–, así como apoyos económicos para los pequeños negocios en estas localidades y programas para la preservación cultural. Medidas similares se han implementado en Nueva York, Barcelona y San Francisco, donde se han regulado los alquileres turísticos, priorizado la vivienda para los residentes, desarrollado fideicomisos de tierras comunitarias para mantener la vivienda asequible o creado programas de asistencia para el pago inicial de viviendas dirigidos a los residentes de bajos ingresos. Como dijo Bad Bunny, ojalá que no nos pase lo que le pasó a Hawái, pero para que ello no suceda hay que hacer algo al respecto.
@tatidangond