El general Edwin Urrego, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, dijo en EL HERALDO del domingo 5 de enero lo que hace años creemos algunos: que el homicidio sicarial o instrumental “no se va a solucionar con más policías en la calle”.

La declaración del alto oficial no significa que desdeñe la vigilancia en las calles, para lo cual obviamente se requieren camionetas, motos y cámaras.

Lo que él quiso decir es que el homicidio sicarial exige otro abordaje. La complejidad de la inseguridad no tolera recetas simplistas. De hecho, no podemos separarla del estrepitoso fracaso de la ‘Paz Total’. No haber concretado ni el sometimiento de las bandas criminales ni el desarme y desmovilización del ELN, ha fomentado el narcotráfico y las luchas sangrientas entre las bandas multicrimen.

Barranquilla y su entorno no son una isla en esto. La Alerta Temprana 020 de 2018 de la Defensoría del Pueblo había advertido que en la ciudad “se estarían llevando a cabo encuentros con el crimen trasnacional a fin de consolidar relaciones económicas”.

El reto es más coordinación de los organismos intervinientes en el Sistema Penal (Policía, Fiscalía, Justicia Penal, Inpec, Procuraduría y Defensoría del Pueblo). Más liderazgo de la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico con un uso más pertinente de la Tasa de Seguridad y Convivencia Ciudadana. Más fiscales e investigadores en las unidades de vida, crimen organizado y delitos económicos. Más jueces penales de circuito y circuito especializado. Más capacitación e instrumentos a la Policía judicial (CTI y Sijin). Más capacitación a la Policía de vigilancia. Cero permanencia de detenidos en CAI y estaciones de Policía. Cero hacinamiento en las URI. Proveer protección a los jueces penales de control de garantías y fiscales. Fortalecer el implementado Sistema de Gestión y Control de Calidad (SIGCMA) en los despachos penales para bajar la congestión. Implementar un software de control y gestión del SIGCMA. Comprometer al Inpec en la disminución de la incidencia de las cárceles en los delitos de mayor impacto.

Añado otro reto: impedir que la juventud popular quede atrapada en la disyuntiva pobreza o criminalidad. La mayoría de homicidios sicariales acontece en jóvenes por la alta tasa local de desempleo juvenil. La Alerta Temprana 022 de 2023 de la Defensoría del Pueblo destaca este factor, señalando que entre agosto y octubre de 2022 ese desempleo llegó en la ciudad al 20,3%. Superó el promedio nacional del 18,8%. En esa población está la cantera de las bandas criminales. Tenemos muchísimo por hacer.

@HoracioBrieva