Como sociedad hemos fracasado por no saber elegir correctamente. Los presidentes de los últimos 100 años son fiel reflejo de una sociedad resquebrajada sin valores cívicos, morales y éticos.
Es claro que la falta de educación en general y cultura política en particular son dos elementos propiciadores de la corrupción política de los históricos malos gobiernos, consecuentes a la elección de cualquier badulaque que se le ocurrió ser presidente.
La consecuencia no pudo ser distinta, se define en una catastrófica situación descrita en los siguientes 5 puntos, los cuales conllevan al reto ciudadano de elegir un verdadero estadista en 2026.
1.- Ruptura social. El país está totalmente dividido entre la izquierda y la derecha, discurso manido sin sentido, que solo beneficia a la “izquierda y a la derecha”. Tal situación requiere un estadista para que trabaje la reconciliación, para lo cual debe tener como norte la unidad de la Nación.
2.- Pobreza y desigualdad social. Todos los indicadores de pobreza galopan sin ser superados, manteniéndose como única constante válida “el pobre es cada día más pobre”.
Se necesita un estadista que a través de políticas públicas efectivas logre el desarrollo económico sostenible de la Nación, considerado como único medio de disminuir las desigualdades de los colombianos.
3.- Injusticia. El país carece de un sistema judicial que verdaderamente se constituya en garante de los derechos ciudadanos.
En indispensable un estadista que devuelva el valor al imperio e igualdad ante la ley, y majestad de la administración de justicia, únicos medios de respeto sin excepciones de las instituciones y del marco jurídico.
4.- Inseguridad. El crimen se ha apoderado tanto del campo como de las ciudades. Colombia necesita con urgencia un estadista que garantice el derecho ciudadano de vivir en libertad sin el miedo que produce la zozobra de una constante violación de sus derechos
5.- Corrupción en todas sus manifestaciones. A Colombia se la han robado por igual los de derecha como los de izquierda.
Vendría bien la pena elegir un estadista que ataje la corrupción endémica de Colombia. Insistimos que el verdadero “cambio” del que carece Colombia es una administración pública sin corrupción, sin ello seguimos perdiendo el año con los políticos de turno.
Los anteriores 5 aspectos son muestra de la miseria a la que nos han sometido tanto la derecha como la izquierda durante años. Son el resultado de pésimos gobiernos, corruptos e inescrupulosos seres, en quienes hemos depositado nuestro voto y confianza.
De tal suerte, que nuestra falta de cultura política nos hace corresponsables de la debacle de la Nación. No está en el orden seguir eligiendo a los peores seres humanos y políticos. El cambió está en el voto libre e informado.