Estoy completamente seguro de que, para un gran número de colombianos, el anuncio de la intención de declarar el estado de conmoción interior es un tema desconocido, mientras que el estado de decepción que se siente está más cerca de ser comprendido.

Nuestra Constitución Política establece en el artículo 213 la regulación para declarar el estado de conmoción interior, que, de manera académica, me permito citar para el conocimiento y la información de mis queridos lectores:

“ARTICULO 213º—En caso de grave perturbación del orden público que atente de manera inminente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana, y que no pueda ser conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de policía, el Presidente de la República, con la firma de todos los ministros, podrá declarar el estado de conmoción interior, en toda la República o parte de ella, por término no mayor de noventa días, prorrogable hasta por dos períodos iguales, el segundo de los cuales requiere concepto previo y favorable del Senado de la República. Mediante tal declaración, el Gobierno tendrá las facultades estrictamente necesarias para conjurar las causas de la perturbación e impedir la extensión de sus efectos. Los decretos legislativos que dicte el Gobierno podrán suspender las leyes incompatibles con el estado de conmoción y dejarán de regir tan pronto como se declare restablecido el orden público. El Gobierno podrá prorrogar su vigencia hasta por noventa días más. Dentro de los tres días siguientes a la declaratoria o prórroga del estado de conmoción, el Congreso se reunirá por derecho propio, con la plenitud de sus atribuciones constitucionales y legales. El Presidente le pasará inmediatamente un informe motivado sobre las razones que determinaron la declaración. En ningún caso los civiles podrán ser investigados o juzgados por la justicia penal militar.”

Mientras que el estado de decepción no se encuentra en la Constitución, está presente en nuestro sentir, en nuestro día a día; decepcionados porque “el gobierno del cambio” no hace un cambio real, no demuestra autoridad ni capacidad, toma decisiones equivocadas, los ministros no se mantienen en sus cargos y las renuncias y nombramientos son el reflejo de la debilidad.

Las decisiones erróneas y los nombramientos de funcionarios de un cargo a otro, sin tener las competencias, la capacidad y menos la experiencia, generan, para un gran número de personas, un estado de decepción.

Me encuentro decepcionado del presidente Petro, de su equipo de gobierno y de sus malas decisiones que están haciendo mucho daño. Siento que estamos retrocediendo. Los errores de este gobierno nos pasarán una factura muy alta. La verdad, estoy decepcionado.