Obedecer a Dios y a la constitución es un deber sagrado. La carta magna me impone en su artículo cuarto el respeto por las autoridades, pero ni mi razón, ni mi conciencia me lo permiten en estos momentos.
No tomo partido, ni me identifico con el odio de la ultraderecha, solo analizo los hechos y genero opinión desde lo real. Hay argumentos de injusticia, abusos y corrupción desde hace doscientos años por los gobiernos anteriores, incluyendo las épocas de la violencia y el Frente Nacional. Los privilegios de las clases políticas siempre han estado presentes en la historia del país.
Al presidente #42, el poder le quedó grande; el país se le salió de control, lo que estamos viviendo es lo más parecido a una catástrofe política y social.
La crisis en el Catatumbo, en el Cauca; la proliferación de bandas narcoterroristas internacionales, el Tren de Aragua y los cárteles mexicanos, son hechos nuevos que ni en el más polémico gobierno anterior estaban tan presentes como en la actualidad.
La financiación de campañas políticas con dineros de dudosa procedencia y sobrepasando los topes establecidos es un juego de niños comparado con desafiar al gobierno de los Estados Unidos y a su recién elegido presidente, Donald Trump, tema serio que, de manera instantánea, generó reacciones desfavorables para la economía y para millones de colombianos.
La vida es el don más preciado, y la dignidad la esencia de la vida. Poner la dignidad humana como escudo para desafiar la autoridad de los Estados Unidos no es una prudente decisión; si unos connacionales son deportados por razones administrativas, es duro y doloroso, pero no justifica desafiar y causar el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Las decisiones que viene tomando Gustavo Petro no son las decisiones que se esperan de un jefe de Estado.
El gobierno del cambio volvió estiércol el país; qué error tan grande cometieron quienes se dejaron convencer por el populismo y el retorico discurso progresista fantasioso de un cambio que no se ha dado ni se va a dar.
Retar al gobierno de Estados Unidos es una insensatez. La autoridad y el poder de un jefe de Estado como Donald Trump lo hacen reaccionar de manera inmediata, suspendiendo la expedición de visas y cancelando las visas otorgadas al presidente, sus familiares y todo su equipo de gobierno.
Lo siento por los colombianos que tenían la cita para sus visas, por los exportadores y las incomodidades que deben asumir, ojalá que no se materialice un incremento en los aranceles para los productos de origen colombiano.
El presidente #42 de los colombianos será recordado como ¡the worst president ever!
@lavozdelderecho