La selección Colombia sub 20 se clasificó al hexagonal final del sudamericano de la categoría sin necesitar del último partido ante Brasil, esto le permitirá tener los días para recuperar a sus futbolistas.

Empató y jugó sin timidez ante la Argentina que dos días antes le había propinado una sonora goleada 6 a 0 a Brasil en su debut, y luego derrotó siendo superior a Ecuador y Bolivia, con más opciones que precisión a la hora de definir y con alguna pérdida del control en breves pasajes de los trámites de ambos partidos.

Le viene ahora la fase definitiva, la que clasifica a los 4 representantes de Sudamérica al Mundial. Futbolísticamente, esta selección se ha visto como un equipo con mucha velocidad y vocación encaradora cuando progresa en ataque. Sus delanteros son futbolistas con una buena capacidad para desequilibrar, veloces, que proponen duelos permanentemente a los defensas rivales.

Tienen confianza en su habilidad y potencia. Llevan peligro. Tendrían, a mi juicio, la tarea de mejorar la coordinación entre esa velocidad y la ejecución técnica que la jugada demanda. Mejora que, además, debe venir acompañada de una buena interpretación del juego para elegir bien qué corresponde hacer.

También ha mostrado un gran vigor físico y muchos recursos individuales y colectivos en fase defensiva. Varios de sus defensores son dueños de una muy buena estatura y potencia física. Los laterales son un auxilio permanente cuando el equipo organiza los ataques. Tienen zancada y determinación, tal vez les queda pendiente una mejor terminación de las jugadas.

Su medio campo es versátil, técnico, solidario, con muy buena dinámica. En esa zona ha destacado su capitán González, un prototipo del volante mixto, que recupera, organiza y llega a zona de definición. Un proyecto alentador para el fútbol colombiano. Lo complementan algunos más ofensivos (Barrera, Benítez) con calidad en el pase y otros más defensivos (Landazuri, Ararat) con la suficiente disciplina y carácter para el quite.