Consolidar relaciones saludables es uno de los más grandes retos de la historia. Generalmente los vínculos afectivos duran hasta que convienen, favorecen, interesan, satisfacen, agradan o gustan. ¿Qué pasa cuando se sufre un daño? ¿Valoramos a aquellos que también nos beneficiaron y acompañaron en la dificultad? Salir ileso en las disputas propias de relaciones complicadas es un arte asociado a la virtud.
La lealtad es la inmunidad de las mejores relaciones. Entendida en el espectro de la cortesía, la gentileza y la diplomacia, es la fuerza capaz de transformar un contacto en conexiones estables y duraderas. El corazón prudente late al ritmo del bienestar, la salud y la seguridad. La humildad impone las condiciones en las que se celebran las buenas decisiones, si están presentes el respeto y la consideración de las formas ejemplares.
Los justos alcanzan altísimos niveles de sabiduría al convertir la honestidad, la honradez y el honor, en las características de las maneras elocuentes de su conducta: Saben equilibrar el carácter, con la personalidad y el temperamento, en las situaciones en las que se integran la razón y la emoción. El orgullo se transforma en soberbia y arrogancia cada vez que se escuda en la mentira para justificar la deslealtad o la traición.
Ser amables en medio de la hostilidad, la altanería, el exceso o el abuso, es el mayor acto de valentía del ser honesto y agradecido. Cuando sientas ganas de vengarte o retribuir los malos tratos, recuerda que eres diferente. No sigas malos ejemplos. Mientras se pueda procura hacer el bien, aunque no lo entiendan ni lo reconozcan.
Las relaciones ilesas son los contactos, vínculos, interacciones, conexiones, nexos, lazos y asociaciones, capaces de superar las dificultades, conflictos, problemas, diferencias o situaciones adversas sin provocar daños, agravios, males o lesiones entre las partes o terceros. Son el estado ideal de las formas diplomáticas. Los potenciadores de los acuerdos con ganancias comunes. Las máquinas creadoras de altos niveles de satisfacción y aprobación.
El desprecio es la herejía del amor bajo la amenaza del rencor, el odio y la enemistad. Estima a los demás, para que el reconocimiento y la gratitud sean las dos columnas de tu gracia y beneplácito. Aceptar a las personas cómo son y atenderles en sus términos, son habilidades de la inteligencia valorativa poco comunes en los días de la conmoción espiritual.
Ser sinceros y genuinos no implica valerse de la imprudencia. Quienes son responsables deben ser afables para alcanzar, conservar, sostener y cultivar relaciones ilesas.
@JulioCesarHT