Nos apartamos hoy en nuestra columna de comentar temas relacionados con la temática local y regional, sobre la política y los gobiernos nacionales y sectoriales, la economía, muchos hechos trascendentales internacionales y algo más, para dedicar complacidamente estas sinceras líneas a rendirle un homenaje a la Doctora Margarita Cabello, que acaba de renunciar por período vencido a la Procuraduría General de la Nación y a comentar el libro que acaba de publicarse escrito como recuerdo gratísimo por Antonio Celia Martínez Aparicio a su padre, ese gran Caballero con mayúscula, Don Tonino Celia, titulado A orillas del mar de Salgar.

Pese lamentablemente, a algunos correos deprimentes y nada reales, que en política nunca faltan, el país entero destaca con muy merecida gratitud la gestión exitosa de la Dra. Margarita al frente de lo que pueda denominarse la más alta estructura jurídico-moral del país inserta en nuestra Constitución.

Nos faltan calificativos para, como ciudadano honrosamente orgulloso de esta gestión de la Dra. Cabello, pudiese llenar estas líneas a una dama que puso muy en alto la región costeña y su origen, la valía de una profesional pulcra y digna que enalteció su escritorio, dejó decisiones jurídicas muy loables y dignas, frenó el despilfarro intelectual del poder Ejecutivo del país y enalteció la honorabilidad y la eficiencia con sustento vital de la justicia colombiana. Gracias Dra. Margarita.

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Hemos conocido un nuevo y talentoso escritor regional: Antonio Celia hijo. Ha escrito con altísimo lujo una radiografía de su padre, Tonino Celia, que destaca las cualidades escondidas de este hijo orgulloso y justo con la memoria del progenitor, y nos muestra una bellísima fotografía literaria, hermosa, de lo que es la gratitud hacia un progenitor y el orgullo de unos ancestros.

Además, Antonio nos muestra ese maravilloso aporte de la raza y la colonia italiana en esta ciudad, que tanto nos ha enorgullecido y lo que ha aportado al desarrollo y el progreso de la región.

El libro está muy bien escrito y destaca lo que fue Tonino, que tuve el privilegio de contarlo entre mis grandes amigos y con quien dialogué cientos de veces sobre lo divino y lo humano.

Pero siempre en ganancias para él, aprendimos mucho por las virtudes que él tenía y que resumidas pueden calificarse como las de todo un señor y caballero, ejemplo de un hogar hermoso al lado de Cecilia, la joya de una sociedad y de unos hijos que son una muestra palpable de la nobleza de un hogar, de una tradición, de unas costumbres que la inmigración nos trajo para enaltecer nuestras costumbres. Gracias Antonio por darnos ese admirable regalo.