Los desvaríos de Petro distrajeron la atención sobre lo que para nosotros es muy importante, que frente a tantas cosas locas que nos afectan, complace registrar los éxitos de nuestros equipos en todas las disciplinas deportivas profesionales. No es solamente Titanes en el baloncesto, sin duda uno de los mejores quintetos de Colombia, nueve veces campeón de la liga profesional, sino que los nuestros también descuellan allí donde compiten.

Pero falta tarea. No en el fútbol, pues Junior descuella siempre, es el equipo que todos quieren vencer y que, para nuestro regocijo, los locutores cachacos se arden a muerte y ni siquiera disimulan cuando derrota al adversario. Aunque Farías no haya tenido un buen arranque y que pareciera que es como Maturana, mucho verbo y poco resultado, al venezolano hay que abonar que subió a varios muchachos de la cantera y, aunque no los incluya en la lista de los partidos, el semillero es la ruta para el éxito, pues preferible perder con nuestros canteranos, que perder y jugar mal con costosas contrataciones. Si nos dedicamos a los nuestros, poco a poco aparecerán los triunfos que llenarán el estadio.

Donde falta tarea es en el béisbol. El lleno registrado en las finales del torneo profesional indica que la afición está viva y que lo que requiere es imprimirle mayor acción a la liga, que la del Atlántico desde hace años no está activa. Como no hay liga, no hay campeonato local aficionado, que es de grata recordación aquel torneo donde competían Termarit, Pizano, la CUC, Electrificadora y otros impulsadores de afición, y de donde surgieron peloteros que después subieron hasta los torneos de El Caribe, e incluso llegaron a los equipos norteamericanos, el sueño de todo niño que con pelota y manillas hechizas inició la construcción de afición. Aquí tenemos madera, fíjense el gran Edgar Rentería. Aquella Copa Recordar, iniciativa de Erasmo Perez, quien con sólo su entusiasmo, dedicación y un pequeño apoyo económico de su empresa y de amigos, por allá en 2010 logró convocar a doce equipos de jóvenes de dieciséis años y menos, que conformaron un torneo con doce equipos de barrios y municipios cercanos, torneo que se mantuvo hasta el año pasado, cuando por falta de apoyo oficial y financiero dejó de funcionar. La afición vive, y no se puede dejar morir por inanición.

El gobierno debe estimular la resurrección tanto de una liga de béisbol, para que haya torneos de aficionados, como de escuelas que instruyan a los niños, para mantener viva la afición a la pelota caliente.

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