Hace algo más de un mes se puso en servicio formalmente la primera unidad funcional del proyecto de mejora de la Carrera 51B, denominada «La Gran Vía». Con 1,2 kilómetros de longitud, el tramo inaugurado va desde la Avenida Circunvalar hasta la Universidad del Norte. Se trató de una intervención importante que incluyó la ampliación de las calzadas, la habilitación de andenes y ciclorutas, la construcción de un puente peatonal, una glorieta y un paso deprimido para el tránsito vehicular. Salvo algunos detalles menores —casi todos relacionados con afectaciones a los predios vecinos y deficiencias en ciertos componentes (por ejemplo, la señalización)—, y tras una inversión de 100.000 millones de pesos y aproximadamente 26 meses de ejecución, el tramo se considera finalmente culminado. Ahora queda la tarea de la unidad funcional 2, que va desde la Universidad del Norte hasta la Universidad del Atlántico, un sector con desafíos y complejidades similares al primero.
Un paseo por la nueva infraestructura permite apreciar sus bondades, en especial los ahorros de tiempo que se logran al utilizar el paso deprimido, pero también pone de relieve algunos puntos conflictivos. Tal parece que la incorporación a la rotonda, en la esquina suroccidental del cementerio Jardines del Recuerdo, está resultando compleja para los conductores y generando importantes atascos vehiculares durante las horas de alta demanda.
El asunto se agrava por el mal comportamiento de algunos usuarios, quienes nuevamente exhiben toda su creatividad para aprovechar de manera inapropiada cualquier espacio que consideren oportuno, violando las normas y disposiciones de circulación. Así, se han observado buses que utilizan el paso deprimido y dejan pasajeros en zonas no habilitadas para ello, vehículos que circulan en doble y triple fila obstaculizando la vía, y carros que realizan temerarios giros a la derecha desde el carril interior para tomar la calle del cementerio. También es notable el atrevimiento de algunos peatones, quienes ponen en riesgo su vida al ignorar el nuevo puente peatonal frente a la clínica Portoazul. Un lamentable catálogo de imprudencias que no se compadece con la flamante obra.
Las autoridades tendrán que intervenir pronto e implementar medidas que atajen el desorden. Al mismo tiempo, valdrá la pena revisar si es necesario complementar la infraestructura para incorporar elementos que, mediante el diseño, induzcan a los usuarios a comportarse mejor. Lo cierto es que, en cierta medida, el estreno del primer tramo de la Gran Vía se ha visto empañado por esas circunstancias. Quedamos a la espera de los ajustes y de las actuaciones correctivas.