En el consejo de ministros del martes 4 el presidente Gustavo Petro dijo que Armando Benedetti poseía algo de la magia de Jaime Bateman, y más de uno se fue de espaldas como Condorito. Augusto Rodríguez, exM-19, cuestionó la semejanza con el fundador del M-19. Risueñamente, el único comparativo que se me ocurrió hacer es que Bateman, según oí una vez, hacía pésimas borracheras en las que expulsaba a todo el mundo del M-19 y Benedetti (tal vez en medio de las brumas de la ebriedad) dijo que todos se irían para la cárcel, incluido él, si revelaba cómo se había financiado la campaña de 2022.
Por supuesto, comparar a Benedetti con Bateman suena a profanación, pero tampoco resultó coherente que a algunos les pareciera, rasgándose las vestiduras, que el político barranquillero apesta.
Las hipocresías comenzaron con Francia Márquez, pues todo era abrazos y risas cuando Benedetti y Roy Barreras aterrizaron en la campaña. Abundan fotografías de los jubilosos días de aparente unidad en el Pacto Histórico. Hay una de antología donde Benedetti besa tiernamente a Márquez en la mejilla y ella sonríe mientras le acicalan los cachetes con coloretes.
Por su parte, Susana Muhamad expresó, desde su postura feminista, que no soportaba sentarse en la misma mesa con Benedetti porque éste ha sido señalado de maltrato a la mujer, pero en las elecciones no interesaron sus desperfectos de personalidad sino su aporte al Pacto Histórico. No se quedó atrás Alexander López, quien pareció más un portavoz del Polo Democrático hablando en una plenaria del Congreso que director del DNP.
A la izquierda que hoy no quiere ver a Benedetti ni en pintura, Petro le restregó que ésta aprendió a ganar con el M-19 en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, pasando por algunas gobernaciones y alcaldías, hasta conquistar la Presidencia de la República. Pero también Petro, exM-19, con sus equivocaciones, podría cerrar ese ciclo triunfante. Si bien él hizo historia con la victoria presidencial, no ha liderado un Gobierno centrado en el cumplimiento de sus compromisos. Ha nombrado ministros mediocres y funcionarios corruptos, y él mismo, en lugar de privilegiar la gerencia pública en su accionar de gobierno, ha dedicado demasiado tiempo a X y a la tribuna agitacional. A la gloria histórica de un presidente de la república contribuyen sus ejecutorias palpables no sus frases ampulosas.
Otro testimonio de la ondulante moralidad de la izquierda se ha expresado en los reparos al Gobierno por el trato privilegiado a megacontratistas como Euclides Torres, pero nadie reviró cuando este empresario costeño giraba plata para mover la campaña.
@HoracioBrieva