Recordar es un asunto esencial en tiempos en los que la memoria se queda en la nube. Cada día se olvidan datos, sucesos, fórmulas, ejemplos, prácticas, usos, tradiciones, ideas, conceptos, cifras, costumbres, emociones y muchos sentimientos. Se dice que te recordarán por lo que hiciste, no por lo que dijiste. Y también por lo que provocaste. ¿Somos tan básicos? Que nos recuerden por lo que fuimos, no por lo que piensan.
Lo inolvidable es necesario, urgente, satisfactorio o vital, para quienes valoran más intereses, conveniencias y utilidades, que afectos, deberes, obligaciones, compromisos, vocaciones, votos o promesas. Aun así, el olvido le está ganando la carrera a la memoria. El ritmo frenético de los acontecimientos provoca escasez de tiempo y rutinas tan volubles cómo las personalidades inestables.
¿Respetamos el esfuerzo de los otros? ¿Reconocemos nuestros errores? ¿Asumimos responsabilidades? La causa de los problemas suele ser el juicio y la acusación a los demás. La noción de justicia está devaluada al reducirse a vicios, nulidades, prescripciones, pagos, confesiones y alguna que otra sanción evidente del interés por castigar o justificar esa forma de venganza institucionalizada, capaz de ocultar el odio, el resentimiento y la violencia.
Los buenos equipos son inolvidables. Todos tienen en común el logro de objetivos específicos. Aquellos que no logran ganar o alcanzar el cumplimiento de la meta o la obtención del reconocimiento, no dejan de ser recordados por sus formas, estilos, legados, ejemplos y la mística propia de las labores compartidas y complementarias. Asociarse bien es la evidencia de la fusión entre la virtud y la fortuna.
Un equipo evocador es el grupo identificado por sus procedimientos y el recuerdo permanente de las mejores técnicas, conocimientos, valores o experiencias, aportando al trabajo compartido la innovación, el genio, la voluntad y la energía requerida para lograr que la misión sea la ruta trazada por la visión colectiva. Es el álgebra de la razón. La clínica del saber. El creador de la geografía del éxito. La alianza superadora de las dificultades.
La suerte potencia la inteligencia, por saber elegir nuestra compañía. El amor premia la emoción selectiva si el soporte sensorial de la pasión es la convicción. La belleza es un criterio subjetivo desde que el observador delimitó los patrones y sus preferencias. Lo sublime, hermoso y conveniente, no es un asunto de opinión: Es un criterio definido por la verdad.
¿Por qué te recordarán? Podemos hacer lo mejor. Anímate. Si te lo propones estarás en ese equipo evocador.
@JulioCesarHT