¿La manzana, producto del árbol del bien y del mal, es una fruta maldita? Agnóstica Devota, B/quilla

En la anécdota, lo que prima es la desobediencia, no la manzana. Esta fue solo el vehículo de un sabor que les permitió a Eva y a Adán un conocimiento vedado que los hizo caer en desgracia. El verbo ‘comprender’ se dice en latín sapere, pero sapere también es ‘algo que sabe al paladar porque tiene sabor’, por lo tanto, ‘comprender o saber algo’ es lo mismo que ‘saborear algo’. Incumplida la prohibición divina de saborear la manzana, Eva y Adán ‘supieron o comprendieron o saborearon’ todo el conocimiento que les transmitía la savia del árbol de la ciencia del bien y del mal.

¿De dónde viene ‘tener madera’ para algo? Rubén Palomino, B/quilla

‘Tener madera’ es tener habilidad para algo. La expresión es de origen difuso por cuanto es coloquial, es decir, propia del habla corriente, que, como sabemos, es un organismo vivo que cambia cada día, gracias a lo cual cada día enriquece el lenguaje. Dentro de este dinamismo, hay voces que aparecen para responder a necesidades expresivas. ‘Tener madera’ quizá haya surgido para indicar de modo más claro que en cierta actividad alguien es “duro” como la madera, un soporte sólido. Si estas nuevas locuciones satisfacen esas necesidades expresivas, pronto se acogen, con peculiaridades regionales, lo que es válido, puesto que el idioma es invención y propiedad del pueblo que, por lo mismo, tiene derecho a transformarlo.

¿En sus últimas obras, García Márquez dejó de usar adverbios terminados en ‘mente’? Manuela Landázuri, B/quilla

Sí, según él mismo lo contó. Desde luego, el no uso de esos adverbios de modo no es un dogma; es un asunto de estilo que García Márquez acogió, del que podemos apartarnos máxime si consideramos que ellos, “acertadamente” usados, abundan en la literatura española desde la primera frase del Cantar de mio Cid hasta la obra extensa de Borges. García Márquez no los condenó, pero sí dijo en su autobiografía que eran “un vicio empobrecedor”. En una entrevista para Los Angeles Times afirmó: “El adverbio terminado en ‘mente’ es una solución demasiado fácil. Si buscas otra palabra, siempre es mejor”. También dijo: “Antes de Crónica de una muerte anunciada hay muchos. En Crónica creo que hay solo uno. En El amor en los tiempos del cólera no hay ninguno”. Y en otra ocasión: “En mis últimos seis libros no he usado un solo adverbio de modo terminado en ‘mente’ porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales”.

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