Nunca he entendido por qué funcionarios públicos se expresan de forma muy tímida y a veces de manera ambigua sobre situaciones que podrían considerarse controversiales y que afectan a alguien o a una comunidad, como es el caso del litigio entre Barranquilla y Puerto Colombia acerca de los límites entre el Distrito y el municipio vecino, cuando la historia que uno conoce es tan sencilla como absurda. Analicémosla y saquemos conclusiones. En esta columna comentaré al menos, las mías.
De acuerdo a historiadores, lo que hoy es Barranquilla fue proclama Villa el 7 de abril de 1813 por el entonces gobernador de Cartagena Manuel Rodríguez Torices, y el 7 de octubre de 1857 Barranquilla recibe la categoría de ciudad. Así mismo Puerto Colombia fue fundado por el ingeniero Francisco Cisneros el 31 de diciembre de 1888 y constituido como municipio el 24 de junio de 1905. Supone uno que al conformarse este par de entidades territoriales, definieron las áreas que las constituirían y sus límites. Así, desde hace décadas era sabido cuales eran los existentes entre Barranquilla y Puerto Colombia, y como accidente geográfico de esa división se definió un tramo del arroyo “León”.
Pero el día 7 de diciembre de 2009, todos o la mayoría de los 14 Diputados de la Asamblea del Atlántico aprobaron la Ordenanza No. 00075 mediante la cual modificaron los límites hasta ese día establecidos desde hacía décadas y fijaron unos nuevos y caprichosos con los que Barranquilla, justo donde se desarrollaba el urbanismo más costoso de la ciudad, perdió 1.450 hectáreas de una importantísima área de expansión urbana, muy distante por cierto de la cabecera municipal porteña, y por arte de birlibirloque se lo adjudicaron a Puerto Colombia.
Uno hace referencia a una Ordenanza de la Asamblea pero realmente los responsables de ese raponazo fueron un puñado de personas que le ocasionaron tremendo daño a nuestra ciudad. Si este robo se lo hubieran cometido a cualquier otra ciudad del país, se habría formado una contienda de dimensiones épicas, pero aquí no. David le ganó a Goliat, con la diferencia que aquí Goliat era el bueno. Bueno y bobo, además.
El Tribunal Administrativo del Atlántico falló en 2016 declarando la nulidad de esa fatídica Ordenanza porque la Asamblea no tenía competencia para fijar o cambiar límites y ahora el Consejo de Estado falla dándole la razón al Tribunal. ¡Así de sencillo y de tardío! Absurdamente, durante 16 años Puerto Colombia y no Barranquilla, ha definido cómo debía ser el urbanismo del norte de nuestra ciudad, que será un caos, y ha recaudado además, lo que le pertenecía al Distrito. Así que hoy Puerto no pierde nada que fuera propio. Es tan sencillo como cuando se le devuelve a su dueño lo que le habían hurtado. ¡Nada que negociar!
@nicorenowitzky