Quien mire desde la distancia el panorama político colombiano no puede sentirse menos que decepcionado. Por un lado está un gobierno, desprestigiado y disfuncional, que implosionó la semana anterior en vivo y en directo. Por otro, las encuestas muestran que el país parece inclinado a escoger otro mesías, a imagen y semejanza de Rodolfo Hernández, el outsider que cautivó a medio país con su narrativa anticorrupción y que terminó cuestionado y condenado, convertido no en redentor sino en el mejor ejemplo de la doble moral, tan enquistada en nuestra cultura.

Petro parece cada día más indiferente frente a los problemas del país. Dedicado casi de tiempo completo a su labor como “influenciador en redes sociales”, poco parecen importarle el paro armado que denunció la gobernadora del Chocó, los escándalos de corrupción o su fallida idea de ‘paz total’. Es claro que con esa actitud, y sin equipo, ninguna de las crisis que nos acechan –la de seguridad, la fiscal, la de salud y la energética– se va a resolver. Solo habrá reproches del Presidente a sus funcionarios –los nuevos y los viejos–, y una permanente búsqueda de culpables. El ejemplo más reciente es la cacería de brujas por cuenta del aumento del precio del gas, cuando todo el mundo sabe que el problema ha sido el desacierto de la política energética de este gobierno.

Gustavo Petro ya comienza a ser parte del pasado, no del futuro de Colombia. La nueva estrategia –que comenzó a ejecutarse esta semana– consiste en repartir el gabinete entre los grupos políticos que quieren aprovechar las migajas de poder que quedan. Ya sean ‘verdes’, conservadores, liberales o de ‘la U’, siempre habrá interesados en, literalmente, pescar en río revuelto. Para tratar de aferrarse al poder, el petrismo se resignará a una coalición de centroizquierda en la que sus ideas estatizadoras queden bien maquilladas.

Pero si en la izquierda llueve, por el lado de la derecha populista no escampa. Esta semana el periodista de CNN Fernando del Rincón puso el dedo en la llaga cuando le preguntó a la candidata Vicky Dávila si no creía que una cosa era la labor de un periodista denunciando escándalos y haciendo las preguntas, y otra muy distinta la experiencia necesaria para gobernar un país y ofrecer las respuestas correctas. Solo hay que ver la expresión en la cara de la candidata para entender que se trató de una pregunta muy incómoda pero necesaria. El país no se puede dar el lujo de improvisar y elegir a personas que lleguen a aprender en el cargo, como ella misma dijo que haría.

Colombia no puede gobernarse a punta de eslóganes, como la idea de bajar todos los impuestos al 10 %. Estamos viviendo la peor crisis fiscal en décadas y al próximo gobierno le corresponderá resolverla, no agravarla. Como lo sabe cualquier persona con un mínimo de experiencia en estos temas, semejante pérdida de ingresos fiscales nos pondrá en una situación económica peor que la que heredó Milei en Argentina, producto de un déficit fiscal desbordado.

Colombia necesita otra cosa: un gobierno capaz de proponer medidas impopulares pero necesarias –como el cierre de programas estatales y entidades públicas que no funcionan, y reducir los trámites que solo benefician a las notarías–. Eso no se logra con fórmulas mágicas. Se logra con alguien dispuesto a sacrificar capital político haciendo lo correcto, que tenga capacidad de tomar decisiones difíciles. Gobernar no es un concurso de aplausos ni de likes en las redes sociales.

Petro se quedó en las promesas. Así me lo ratificaron varios jóvenes exintegrantes de la primera línea en Cali, la semana pasada: les dio voz y reconocimiento a quienes se sentían excluidos e ignorados, pero no logró pasar del discurso a las soluciones y las verdaderas oportunidades. Más allá de las explicaciones, lo que importa ahora es no repetir esa historia. Para ello es necesario unir talentos, con experiencia y conocimiento.

La frustración no solo viene de la incapacidad del Gobierno. Igualmente decepcionantes resultan los planteamientos vagos, genéricos y sin contenido de quienes aspiran a liderar a Colombia. La gente está pidiendo ideas y propuestas concretas, no lugares comunes y frases de cajón.

@MauricioCard