Es verdaderamente lamentable para los colombianos observar y concluir después de detallado análisis, que ninguna de las altas dependencias oficiales del gobierno nacional, las más importantes, ninguna presenta resultados positivos, recomendables, afirmativos, que puedan mostrar una trayectoria limpia, ética, por progresista y de alto valor social. Todas las que forman parte de lo que se denomina el alto gobierno, es decir, lo más encumbrado de nuestra Constitución Administrativa Jurídica, podemos hallar exenta de tristes señalamientos. Qué lástima.

Estas dependencias suman quizás 30 o 35 ministerios, departamentos administrativos, seccionales de vigilancia y control, pero ninguna se destaca por su limpieza moral y ejecución envidiable, algo para mostrar. Veamos: en los Ministerios en el de Gobierno se equivocó, el doctor Cristo eminente político, al aceptarlo. No era su momento. En la Cancillería nunca antes ni ahora desde hace dos años el camino ha sido tortuoso y polémico. En Defensa descuartizaron los fondos económicos y las fuerzas armadas están maniatadas. En Justicia ni se hace ni dejan hacer. En Hacienda el fracaso es bárbaro: presupuesto nacional descuartizado, quebrado, sin caja, pidiendo limosna al Congreso. En justicia los errores son tantos que llenarían esta página.

En Educación le suspendieron los auxilios al Icetex, miles de perjudicados. En Minas y Petróleo cada día abandonando más a nuestro primer productor económico Ecopetrol. En Comunicaciones y Tecnologías cientos de promesas y nada. En Salud el mayor desbarajuste: acabaron con nuestro antiguo sistema de atención al ciudadano, que aun cuando no era perfecto funcionaba. En Comercio e Industria cada día más con los brazos cruzados por no tener presupuesto. En Turismo solo promesas y abandono total. En Agricultura fracasó de todas las iniciativas y promesas y solo la dudosa compra de tierras para asistencia social funciona con muchas preguntas sin contestar.

Como se nos acaba el espacio terminamos informando que además en las dependencias administrativas internas de palacio parece ser que aquello es un mercado persa por el desorden, celos recíprocos y envidias. Pero hay casi unanimidad nacional en reconocer que individualmente la gran mayoría de los ministros y secretarios son honestos, serios, responsable, pero tiene que hacer mil maromas para tratar de salvarse de la vorágine, esa tormenta que toda Colombia en el momento señala que es orientada, conducida, señalada y ejecutada por la máxima autoridad la presidencia de la República. No podemos engañarnos ni tratar de esconder el sol con los dedos de una mano. O Colombia reacciona pronto o nos hundimos en la catástrofe. Los robos descarados por doquier ya escriben su impronta legendaria.