En medio de tantas noticias negativas, entre el circo mediático y los personajes que hacen que la realidad del país parezca una serie animada—que si “Papá Pitufo”, que si “Araña”, en fin, todo el elenco—hoy respiramos una bocanada de aire fresco.
La hija pródiga vuelve a casa, a recordarnos que, a pesar del caos, hay cosas buenas en el mundo. Qué orgullo tenerla de vuelta. Shakira, Barranquilla te abraza.
En estos momentos, vale la pena recordar que el talento, la disciplina y la dedicación abren caminos, y Shakira es prueba de ello.
Su historia no es solo la de una estrella internacional, sino la de una mujer que ha enfrentado muchos desafíos: un estilo único en una industria que impone moldes, el reto de abrirse paso en mercados en otros idiomas, la necesidad de reinventarse sin perder su esencia.
Con perseverancia e inteligencia, ha conquistado el mundo. Y su regreso a Barranquilla no es cualquier regreso, es un regreso triunfal.
Pero no siempre fue así. Shakira encarna ese viejo refrán que dice que nadie es profeta en su tierra. En sus inicios, su estilo y su voz no siempre fueron bien recibidos, y su camino estuvo lleno de obstáculos.
Por eso, el apoyo incansable de su familia, especialmente de su padre, William, fue clave: creyó en su talento, dejó su trabajo para acompañarla y abrirle puertas en EE.UU, confiando en que su hija estaba destinada a cosas grandes. Hoy, esa fe se ve reflejada en cada escenario que pisa.
Y no olvidemos que más allá de su éxito musical, Shakira es un símbolo. Su historia es la de una mujer que rompió barreras en una industria dominada por hombres y desafió estereotipos, pero también la de una persona que siempre ha mantenido una conexión con su gente, como lo demuestra su trabajo con la “Fundación Pies Descalzos.” O la anécdota que escuché en Jorge Cura de cuando fue a una cárcel a donar una biblioteca en medio del lanzamiento de su álbum “Dónde están los ladrones”.
Su regreso a Barranquilla no solo es un triunfo personal, sino también un recordatorio de que las mujeres, cuando se atreven a desafiar los límites, pueden cambiar la historia y la vida de mucha gente.
Mientras escribo esta columna, me preparo para verla esta noche de viernes aquí en su ciudad. Las Mujeres Ya No Lloran es un espectáculo mundial, pero para nosotros, es una celebración de su éxito y su impacto. Porque Shakira no solo lleva el nombre de Barranquilla al mundo, sino que representa la fuerza y talante de los colombianos.
Su historia nos recuerda que, en Colombia, en medio de tanta porquería, tenemos Shakiras y necesitamos más como ella: gente capaz de sobreponerse, de soñar en grande y de inspirarnos a todos. Y si esta noche Shaki llora, ojalá que sea de emoción al vernos a todos unidos por ella.
@miguelVergaraC