Observar a miles de niños viviendo a plenitud el Carnaval de Barranquilla, disfrutando de la música, de los disfraces, del baile y del ambiente fiestero y, además, de la alegría del público que los aplaude y los motiva a lo largo de 1,8 kilómetros, es, sin duda, una exhibición portentosa de nuestra riqueza cultural vernácula que nos colma el alma de alegría.
Tuve la feliz oportunidad de compartir, junto con mis hijos Laura, José Julián y Samara y mis nietos Orlando y Amalia, el maravilloso desfile del Carnaval de los Niños, que se cumplió el pasado 16 de febrero, en cuyo recorrido, se desbordaron el talento y el júbilo festivo a través de una amplia muestra cultural con más de 200 comparsas, grupos folclóricos y disfraces, que rindieron homenaje a la fauna de la región Caribe exaltada en el Carnaval.
Se trata del desfile más auténtico de las carnestolendas, pues los niños, en su inocencia, expresan espontánea y naturalmente su sentir, su deleite y alegría durante el desfile, acompasando, con gracia y virtuosismo, los pasos de baile de cada comparsa porque, para ellos, también es válido el eslogan de “quien lo vive es quien lo goza”. Qué maravilloso que, incluso, bebés en sus coches, decorados en alusión al Carnaval, acompañen a sus hermanos mayores. Junto con los músicos que animan el recorrido, se suman los espectadores que se esmeran por expresar su alegría y lucir sus mejores atuendos carnavaleros para gozar plenamente la festividad.
Los niños también nos enseñan que, para disfrutar el Carnaval, no es imprescindible ingerir alcohol o la mediación de otro estimulante, porque el gozo radica en su enraizamiento en nuestro espíritu. Escuchar las letanías infantiles fue un bálsamo de creatividad e ingenio aderezado con la picardía propia de nuestro Caribe.
Desde 1991, cuando los niños y jóvenes de la fundación Voz Infantil - Hola Juventud hicieron realidad la propuesta de darle un espacio propio a la niñez en el Carnaval de Barranquilla, se creó un verdadero semillero de esta festividad que contribuye a cabalidad en su preservación.
Es el Carnaval de los Niños la prueba fehaciente de que el futuro de este patrimonio se encuentra asegurado, que no morirá porque mora en el corazón mismo de las nuevas generaciones. Este desfile cumplió 34 años promoviendo la cultura carnavalera, estimulando a los más pequeños a convertirse en protagonistas de la fiesta y sembrando valores para la conservación de las tradiciones, el fomento del amor a lo vernáculo.
¡Larga vida al Carnaval de los Niños!
@Rector_Unisimon