Son dos privilegios que muchos perdieron durante 16 años por culpa de un puñado de asambleístas del Atlántico que decidieron que Barranquilla conservara intacto su territorio distrital desde hacía décadas, hasta el día que a ellos les diera la gana, y así en el 2009 como por arte de magia – negra – una gran área se convirtió, ¡Oh sorpresa! En parte del municipio de Puerto Colombia. Así que miles de habitantes de Villa Campestre y de Ciudad del Mar, de un día para otro ya no vivían en Barranquilla y sin haberse mudado ni hacer trasteo, pasaron a vivir en Puerto. ¿Magia? ¿O más bien viveza de algunos interesados en ese cambio? Muchos bebés nacieron en la Clínica Porto Azul, pero como por esa “maniobra política” esta resultó ubicada en el municipio premiado, esos ciudadanos no aparecerán en sus cédulas como barranquilleros. ¿Puede alguien considerar justo lo anteriormente comentado, y que es absolutamente cierto? Bueno, a partir del reciente fallo del Consejo de Estado dándole la razón a un fallo pasado, del Tribunal del Atlántico, ese territorio vuelve a ser lo que siempre fue: Barranquilla.

Ahora bien, si en Puerto pretenden dar la pelea para volver a trastear clínicas, colegios, universidades, y a miles de habitantes, sin tener que moverse de sitio, deberán comenzar de cero. Como tendría que hacerlo cualquier municipio que quiera apropiarse del territorio de un municipio vecino. Pero, ¡Oh, sorpresa! Ya hay voces que manifiestan que deben iniciarse negociaciones para concertar. ¿Concertar qué? Ya conociendo esta nefasta historia, escuchamos argumentos inconcebibles, como “la importancia que tiene para las finanzas de Puerto Colombia el abultado recaudo por concepto de predial de toda esta zona usurpada”. No voy a ahondar en preguntas como ¿alguien ha visto las obras ejecutadas en Puerto con ese abultado recaudo? Eso que lo respondan los que habitan en ese municipio, incluyendo los de Villa Campestre y vecinos. Yo simplemente considero que si Barranquilla recuperó lo que absurdamente se dejó quitar, no tiene nada que negociar con los responsables de ese despojo.

No soy abogado ni un conocedor de las leyes que rigen estos casos y no voy a estudiar cuál sería la forma para que quienes habitan en esas 1.450 hectáreas en supuesto litigio participen en esas decisiones, porque son ellos los directamente afectados, pero desde esta columna les sugiero que se asesoren pronto y decidan si mediante un plebiscito o una consulta popular con respaldo masivo le hagan saber al Distrito de Barranquilla y al municipio de Puerto Colombia si ellos quieren pertenecer a uno u a otro. ¡Así de simple y de justo! Al fin de cuentas, esa es la verdadera democracia y en este caso esta debería ser aplicada. ¡Ellos deben tener la última palabra!

@nicorenowitzky