Esta columna en semanas anteriores vuelve a tocar el tema de los fracasos continuos en las dependencias oficiales del gobierno nacional. Donde nada de lo prometido se cumple en ninguna de las promesas electorales entran en vigencia. Hoy día queremos dedicar esas líneas a protestar, para no decir llorar de vergüenza, sobre el crecimiento insaciable de la corrupción en este mismo gobierno nacional que se ha filtrado ya como una obsesión llamativa para quienes aspiran a los cargos altos públicos. Es una verdadera lástima que en el país hayamos regresado a este panorama triste y desolador en donde los que antes protestaban contra el mismo tema desde las tribunas públicas como el Congreso ahora son ejecutivos actores inmersos en este mundo puerco y repugnante del robo sucio y descarado. Por eso no hay plata en la Caja de las finanzas públicas.
Si repasamos desde los días que se inició este gobierno nacional hasta ahora sobre los escándalos descubiertos apenas nos daremos cuenta de que no hay semana que pase donde no se descubra otro atraco a las finanzas nacionales. Con razón no hay dinero para el Icetex, ni para el impulso a los deportes, ni para los subsidios que ya se agotaron, ni para la asistencia a los informales y desocupados, no hay para la infraestructura en carreteras, etc., etc., etc., etc.
Es un hecho desafortunadamente comprobado que en el mundo la corrupción es un componente político interno y vivo. Para no ir muy lejos América Latina se muestra campeona en estas lides. países como Brasil, México, Argentina luchan con vigor por destronar a la corrupción de sus gobiernos nacionales y regionales. Colombia se apunta igual a estos vecinos, pero hoy día nosotros, sin duda hemos escalado tristemente la cúspide de este distintivo vergonzante. Siempre hemos tenido corrupción estatal, no lo negamos, pero hace muchísimos años, muchos, que no llegamos a los topes tan altos que hoy experimentamos. La alta Corte no le alcanza el tiempo para atender tantas demandas y denuncias. La Fiscalía ha tenido que duplicar su nómina, los archivos se pudren guardando en los juzgados anaqueles repletos hasta el techo.
Quienes hemos tenido el honor de servirle al Estado en altas posiciones con la mente y las manos limpias vemos con estupor que este gobierno nacional no pudo ni va a poder controlar esa invasión asquerosa a las arcas públicas. La estúpida gritería sobre las luchas disque entre izquierdas y derechas, arcaica distracción para incautos no es otra cosa que tratar de cubrir con esa cortina el robo enquistado de nuestras tesorerías. Dios salve a Colombia y que nos deje con que comer.