¿Te gusta disfrazarte? ¿Acudes a celebraciones en las que hay que usar vestuarios llamativos? El disfraz proyecta rasgos ocultos de la personalidad revelando el deseo de figurar con un atuendo distinto al habitual. Hace parte del protocolo de muchas celebraciones, no necesariamente de etiqueta. Generalmente esconde la tristeza, los problemas, la situación económica y frecuentemente la enfermedad.

La fiesta es el momento en el que la alegría busca sus mejores protagonistas. Su función social es propiciar emociones que estimulen sensaciones favorables para la vida, la interacción y el reforzamiento de valores colectivos, concediendo licencias para reír, cantar, bailar, disfrutar y agradecer la oportunidad de expresar altos niveles de felicidad.

Saber divertirse sin ocasionar daños, agresiones, incomodidades o malestares a los demás, es un reto recurrente en toda actividad que invite a la libertad de expresión en el entorno de asuetos, galas, verbenas, desfiles, banquetes, veladas o espectáculos. Cómo te muestras en la rumba, eres en la vida. Que nada altere tu rumbo, ni tu destino.

El disfraz tiene varios elementos que se asocian con la cultura, los valores o la imagen que se quiera mostrar. Salvo que se asuma un personaje que nada tenga que ver con tu identidad, la imaginación se funde con la experiencia a la hora de actuar. Procura que los trajes, antifaces, botas o los accesorios que lleves, sean parte de tus mejores versiones.

Las máscaras son rostros secretos del ser que esconde su apariencia más allá de la fiesta. Son la cara visible de la alegría o el pánico disfrazado. Pocas veces dejan de llamar la atención.

Las pelucas que no tienen fines estéticos, saludables, artísticos, espirituales, festivos o lúdicos, son provocadoras de críticas, burlas, señalamientos y en muchos casos hacen parte del acoso conocido como bullying, intentando destruir la autoestima de quienes creen que con la reputación se puede jugar sin salir lastimados.

La alegría disfrazada es la apariencia de satisfacción, placer, bienestar, fortuna o estado de ánimo, estimulado por emociones que contagian el deseo de celebrar y festejar, ocultando la verdadera situación afectiva o espiritual de quienes utilizan atuendos para mitigar la melancolía, el dolor, la escasez o la ausencia de autorrealización. Es la pinta del triste sonriendo para no sufrir. La señal de la insatisfacción en la ruta de la multitud.

La felicidad es mucho más que elección, deseo o declaración. Es tu fiesta favorita: La tinta con la que escribes tu realidad para disfrutar y superar la alegría disfrazada.

@JulioCesarHT