Así como cuando llega una efeméride tan significativa como el cumpleaños de un ser querido, el Día Internacional de la mujer es una fecha de gran importancia para mí, que la vivo y gozo, junto a mi madre, esposa e hijas, por la trascendencia que le reconozco a la lucha por los derechos de las mujeres, por mi gratitud hacia ellas y, muy especialmente, porque tengo el honor de dirigir una universidad que se honra en reconocerse como líder en la construcción de la equidad de género. No simplemente es por el género de este sustantivo sino porque, en el caso de la Universidad Simón Bolívar, se ha cumplido, con compromiso y dedicación, la loable misión de construir espacios académicos pletóricos de equidad de género, respeto y valoración a las mujeres. Sus indicadores así lo expresan: el 58 % de los estudiantes son mujeres, lo mismo que el 61 % de graduados, el 54 % del cuerpo profesoral, el 51 % de los investigadores, el 59 % de los funcionarios administrativos y el 51 % de los representantes en órganos de gobierno.
A eso se le suman instancias institucionales como el Doctorado en Estudios de Género, Políticas Públicas y Desafíos Contemporáneos (único en el país); la Red Hila, red de investigación en temas de género a nivel iberoamericano; la Maestría en Familias; el Grupo de investigación en Estudios de Género, Familia y Sociedad y la Cátedra Unesco de Iberoamérica en Prevención de Violencia contra la Mujer, entre otras.
Qué gratas fueron las vivencias del pasado ocho de marzo. Volvimos a conmemorar esta fecha especial que ha ganado relevancia por el reconocimiento que la sociedad le da a la gesta femenina por la construcción de la igualdad de género y el goce pleno de sus derechos.
Este año también se cumplió el trigésimo aniversario de la Declaración y la Plataforma de Beijing, adoptadas en 1995 por 189 gobiernos en el marco de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Aunque se destacan los avances en cuanto a legislación e implementación de políticas públicas, injustamente, hoy, en escenarios tanto públicos como privados, se mantienen el sexismo, la violencia machista, al igual que los discursos que promueven el odio y la misoginia, poniendo palos en la rueda al propósito de igualdad.
Superar las disparidades de género y la violencia contra la mujer continúa siendo un desafío mayúsculo para los gobiernos y la sociedad en general. Sin duda, en este propósito, la educación juega un papel importante, al permitir a la mujer que, con sus capacidades y responsabilidades, aborde nuevos roles en la sociedad.
@Rector_Unisimon