No hay mejor herramienta en la lucha contra la corrupción que la libertad económica. Los colombianos llevan esperando décadas que cambien los “corazones” de sus conciudadanos gracias al regreso de la “moralidad.” El narcotráfico y su hermano, el contrabando, utilizan utilidades anormales que construyen regulación compleja para financiar sobornos y violencia. Mientras tanto, varias fuerzas no dejan que la competencia económica elimine las rentas extraordinarias de la corrupción. Entendiendo que esto choca con ciertos aspectos de política comercial, por lo menos se debería acabar la dispersión arancelaria y normativa para pasar a un sencillo arancel plano, hacer la aduana un ejercicio fácil y expedito.

Las aduanas de Colombia son especialmente ineficientes, la última Misión Logística de DNP identificó que, comparada a sus pares de Alianza del Pacífico, las aduanas colombianas se demoran 48 horas adicionales en un trámite de comercio. Nuestra regulación no solo obliga a hacer inspección física a 30% de las mercancías, sino que el 70% de la carga regulatoria es autoimpuesta, no hace parte de tratados internacionales. Existe un laberinto arancelario tan complejo que se podría pensar que está diseñado para contrabandistas.

Con aranceles que oscilan entre el 0 al 40%, Colombia impone aranceles ad-valorem, específicos y mixtos. Hay que entender que muchas veces el contrabando técnico está basado en pagar aranceles para “legalizar” mercancías, utilizando partidas arancelarias de menor costo, sub-facturando, falsificando el origen o declarando volumen incorrecto. Basados en 21 secciones con 95 capítulos, hay un poco más de 10.000 partidas arancelarias en la DIAN. Lo más grave es que, en los últimos 30 años, pasamos de cubrir al 27% de las importaciones con medidas aduaneras no-arancelarias a superar el 80%. Estas últimas causan trámites innecesarios para fortalecer mafias ilegales.

La captura de Diego Marín, alias Papá Pitufo, pone la lupa nuevamente en el contrabando. Claro, tuvo ayuda para que le cambiaran generales incómodos y le nombraran directores de aduana, pero para sobornar tanta gente tenía que ganar mucha plata. No hay que ahorrar esfuerzos de la mano de la Fiscalía y agencias internacionales para auditar, la ruta de por dónde entra el contrabando es la misma por donde sale el narcotráfico.

Si un marasmo de regulación hace que se demore o sea inviable la mercancía legal, mientras la de Pitufo fluye sin obstáculos, su red obtiene rentas extraordinarias. Si, además, los aranceles son altos, la ganancia será aún mayor. Simplificar los aranceles a uno, no solo agilizaría los procesos, sino que limitaría las ganancias mafiosas al fomentar la competencia del sector formal. Un solo arancel del 7% o 10% sería mortal para pitufo, si hay que no tocar aranceles agrícolas no habría problema. Cualquier avance en simplicidad es fatal para la mafia.

El caso de Papá Pitufo dará mucho que hablar. Su amplio poder no podría haberse generado solo con la amistad con los inspectores de aduana. Si esta red colaboró con organizaciones terroristas del medio oriente, tendremos que ver como avanza la investigación. Ojalá que, al estar el tema de aduanas en la mira, se entienda que, además de ser un instrumento económico, es parte fundamental en la lucha contra las mafias.

@SimonGaviria