Cambian los ministros y se mueve el Congreso. Con la llegada de Benedetti pareciera que se reactivó y aceitó de nuevo la maquinaria política y vemos como, de manera rápida se aprobó la reforma a la salud en la Cámara. Falta el Senado en el que supone uno que con presidencia conservadora en la corporación, la tendrá más difícil el Gobierno y el trabajo del Ministro del Interior será más intenso. En todo caso, de acuerdo con los expertos, esta reforma implica un retroceso de más de 30 años en los servicios de salud para los colombianos y nos espera una estatización al mejor estilo del anterior Instituto de Seguros Sociales – ISS. Volveremos entonces a padecer lo que fue aquello en su momento.
En materia laboral, la reforma debe ser aprobada en el Senado. Sobre los efectos que tiene una reforma como la impulsada por el Gobierno Nacional sin tener en cuenta a los empresarios y a los gremios, marginándolos del debate para su construcción mucho se ha dicho, pero es necesario reiterarlo.
El Gobierno afirma que la reforma no busca generar empleo sino reivindicar derechos de los trabajadores que, según la anterior Ministra, fueron eliminados por “los uribistas”. Como siempre, la filosofía y el motivo de la mayoría de “cambios” promovidos en el gobierno Petro vienen acompañados de un matiz ideológico y revanchista, sumado al objetivo de destruir lo privado, generar odio hacia el sector productivo y ahondar en la polarización y la destrucción para poder aparecer como salvadores en el 2026.
Con la reforma laboral veremos como las empresas tendrán que ajustar su gasto y su operación dados los sobrecostos en trabajo nocturno sumado a la reducción de la jornada que viene andando. Por otro lado, al convertir a los aprendices del SENA en trabajadores dejará de ser atractivo para los empleadores abrir sus puertas a estos jóvenes para que desarrollen lo aprendido en la práctica y será mejor, probablemente, pagar la cuota de compensación.
En materia de flexibilidad en la contratación, tendencia mundial que permite el crecimiento, el ataque del Gobierno con su propuesta de reforma es frontal. Ya oye uno a grandes (y pequeños) generadores de empleo diciendo que la movilidad de sus plantas y la posibilidad de formas alternas de contratación se acaban con la reforma lo que resultará en una reducción de la oferta de los puestos de trabajo. Y ni que hablar de los pequeños negocios que cuentan con un número reducido de trabajadores como las peluquerías y panaderías de barrio o tiendas que, con los recargos nocturnos y la falta de flexibilidad no podrán seguir atendiendo en las horas en las que justamente tienen sus mejores momentos de venta.
Esperamos todos los que creemos en la empresa privada, en la calidad de vida de los colombianos y en el progreso del país que el legislativo atienda el clamor de la mayoría y contribuya a encontrar de nuevo el camino.
*Socio de Posse Herrera Ruiz