El camino hacia la igualdad de género en el mercado laboral ha sido largo y lleno de desafíos. A pesar de algunos avances, la paridad en los cargos de liderazgo sigue siendo un reto. Según el informe Ranking PAR 2022, solo el 33% de las posiciones de alta jerarquía son ocupadas por mujeres, lo que refleja una brecha preocupante que implica una pérdida de talento, diversidad y sostenibilidad para las organizaciones.
En el Caribe, la situación es aún más compleja. Las mujeres se concentran en sectores con salarios bajos, como el entretenimiento, los servicios sociales y la gastronomía. Más del 65% de las trabajadoras en estos campos ocupan posiciones mal remuneradas, lo que perpetúa la desigualdad en el acceso a mejores oportunidades laborales y salariales.
Un obstáculo central en este camino es el “techo de cristal”, que limita el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo. Este fenómeno es una barrera invisible, producto de estructuras organizacionales y paradigmas laborales que excluyen a las mujeres de los puestos de toma de decisiones. Para eliminar este obstáculo, es fundamental que las empresas continúen creando entornos laborales inclusivos que favorezcan la equidad.
Otro factor clave en la lucha por la igualdad es abordar la violencia de género, que impacta directamente la productividad laboral de las mujeres. Sus consecuencias físicas y emocionales generan costos indirectos, como ausencias laborales y pérdida de empleo.
Asimismo, la educación de calidad es fundamental para disminuir la desigualdad en el ámbito laboral. Las mujeres deben tener acceso a formaciones que las preparen para sectores más productivos y con mejor remuneración, como las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Estas disciplinas ofrecen mayores oportunidades económicas y son clave para transformar las normas sociales que limitan el acceso de las mujeres a campos tradicionalmente dominados por hombres.
La igualdad de género en el mercado de trabajo no es solo una cuestión de equidad social, sino también una necesidad para el desarrollo sostenible. La participación plena de las mujeres en todas las esferas de la sociedad es esencial para reducir las brechas de género que aún persisten. Las empresas, los gobiernos y las instituciones deben colaborar para garantizar que tanto hombres como mujeres tengan las mismas oportunidades. Solo así podremos lograr una sociedad más equitativa, donde las generaciones futuras disfruten de una igualdad de género real y tangible, que fomente el progreso colectivo y personal para todos los individuos.
*Directora Ejecutiva de Fundesarrollo