Utilizar la aprobación de una propuesta, con un “golpe en el pupitre”, sin tener en cuenta el análisis, las críticas y consideraciones de entidades tan serias, como en el caso de la Salud, las asociaciones médicas es un lineamiento incorrecto, indigno y prepotente. Con esta metodología han desfilado por el Congreso de la República, no solamente en el gobierno actual, múltiples leyes que al final pueden ser aprobadas o rechazadas, con consecuencias imprevisibles, funestas o favorables, con repercusiones de gran impacto para los destinos de un país, en el que los principios de su aprobación o rechazo, tienen una base enormemente financiera, con un análisis que, en su corto tiempo, no alcanza a llenar sus componentes esenciales, para lograr los objetivos de satisfacer principalmente a las comunidades más afectadas.
Los observadores de las discusiones, tenemos que confiar en que los miembros de un Congreso, y sustancialmente los líderes del gobierno se enfrenten en una lucha en la que la participación de los más interesados y conocedores de los temas que hacen parte de las discusiones de las numerosas ponencias, no participan, sino que permanecemos como simples espectadores, al igual que, las organizaciones que durante mucho tiempo han sido ignoradas, teniendo esto como consecuencia que como en el caso de la actual propuesta a reformar la salud, no llene, las condiciones de estudios necesarios y las bases para una buena toma de decisiones.
El tiempo siempre es corto, para lograr abarcar, el complicado manejo de la salud y colocarlo en unas cuantas líneas que al final debe ser revisada por la justicia para su aplicación. Durante este proceso, han transcurrido muchos días, sin lograr el necesario consenso para su aprobación. Discusiones, si ha habido, pero, muchas veces, sin involucrar las bases evidentes de estudios, conceptos y recomendaciones que deben ser tenidas en cuenta, cuando se trata de un tema de tanta importancia como la salud. Así, durante más de un año, estamos nuevamente observando una lucha de poderes políticos, que se olvidan de los componentes científicos, económicos, y sociales que pueden traer los cambios necesarios para mejorar la salud de los colombianos principalmente de las clases desprotegidas.
Se aprobó inicialmente, en el debate en la Cámara de Representante, una propuesta del actual gobierno, que nuevamente, como sucedió anteriormente a la ley 100, no tiene en cuenta el aseguramiento, necesario para regular los gastos y se deja el manejo de los recursos en una sola institución, el DAPRE, sin el establecimiento de un verdadero control en la asignación de los mismos. Se deja nuevamente sin límites tecnológicos, científicos y financieros, cambio sustancial para el apoyo de principios, como el de la solidaridad y equidad para atender la demanda de una población necesitada y en muchas ocasiones desatendida, en condiciones de violencia, y con necesidades mínimas insatisfechas. Defender los principios fundamentales de la ley y proponer las bases fundamentales, presupuestales, científicas y marcar las bases del sustento de la nueva ley debe dejar satisfechos a todos aquellos que queremos acabar con los monopolios, reparticiones de contratos y las grandes ferias en las que se rifan las decisiones de un componente esencial de la sociedad.
El enfrentamiento de los nuevos cambios no es simplemente cambiar letra muerta y corrupta por pasar el manejo de grandes presupuestos, sin planes de aseguramiento, sin nivel científico, sin el establecimiento de medidas que permitan combatir el ingreso a la salud de personas, grupos y organizaciones delictivas que la han convertido en uno de los negocios sucios más rentables en Colombia. Los ejemplos permanecen en las narices de la población y no deben seguir sucediendo sin el control que seguimos observando.
No veo cerca el momento, de lograr el tan deseado consenso, entre las partes, cuando no se nos ha dado la participación, ni a los pacientes ni a los trabajadores sanitarios quienes deben ser incluidos. Los necesitados son la razón de ser, y los trabajadores sanitarios, hemos llevado durante todo el tiempo, no solo, la poco reconocida carga laboral, sino humanitaria, volviendo imposible cumplir con el principio de una lucha por una vida digna y respetable.
Creo que se perdió el dialogo sencillo, sincero y fácil, con la participación de personas conocedoras de los diferentes componentes para conseguir una ley que cambie las difíciles condiciones actuales. Los objetivos de una nueva ley deben siempre favorecerse a través de sus cambios. (Constitución Nacional).
@49villanueva