Como columnista, son muchos los que me hacen sugerencias acerca de obras que se requieren o construyen en la ciudad, y muchos los referidos a la inconclusa ampliación que se adelanta en la carrera 51B o “Corredor Universitario” desde la Circunvalación hasta la Universidad del Atlántico. Creo válido opinar sobre esa obra y espero sea posible para los siguientes tramos, desde Uniatlántico hasta Pradomar, modificar el criterio con que se está construyendo la hoy llamada “Gran Vía”.

Debo confesar que me han dolido como si fueran mías, las dos calzadas que fueron demolidas, porque sus bases estaban en excelente estado requiriendo tan solo una nueva capa de rodadura y unos box-culvert para escorrentías, por lo que pudo diseñarse una ampliación mucho menos costosa. Para optimizar el flujo vehicular de la misma simplemente se hubieran construido un par de carriles adicionales a lado y lado, pasando así de 4 a 6. Los dos extremos exclusivos para transporte público con tantas bahías para paraderos de buses como fueren necesarias. Solo se requerían un par de glorietas de retorno y salida hacia la carrera 53, una ideal en la calle del Colegio Parrish con rotonda en la carrera 53, y otra glorieta en la Universidad del Norte; más adelante, una en el acceso a “Villa Campestre” y otra más en “Ciudad del Mar”.

En ambos lados de ese par de calzadas, sendos andenes muy amplios y parejos, y al lado de uno de estos, una muy bien diseñada ciclo-vía, dotando esa avenida, porque la carrera 51B ha sido una avenida y no una autopista, de tantos puentes bici-peatonales como fueren necesarios, así como de una frondosa arborización, profusa iluminación pública y paisajística, muy buena señalización y un generoso mobiliario urbano.

Ventajas de un diseño como el que aquí expongo serían muchas. El tramo intervenido, iniciado el 2 de noviembre de 2022, hace meses hubiera sido terminado con mínima afectación al tráfico, a los comercios y a los vecinos. El costo de la obra por kilómetro hubiera sido tan económico comparado con el actual, que con el mismo valor también se habría podido ampliar de una a dos calzadas hasta Pradomar con glorietas en la entrada a Caujaral, también en la vía a Sabanilla y el Marymount, y otras dos, una en el desvío a Salgar y una a su castillo. Sería un bello bulevar con andén, ciclo-vía, iluminación y paisajismo. De regreso, un paso a desnivel para atravesar la Circunvalación de la Prosperidad sin tener que salirse de esa vía.

Obviamente, la actual será una hermosa vía con dos deprimidos, pero lo más importante en urbanismo y movilidad es lograr el mejor costo / beneficio y que los recursos alcancen para completar la obra, y así como la sugiero, seguro que estos hubieran alcanzado hasta Kilymandiaro en Puerto. ¡Y hasta allá, ya estaría lista!