“Las causas feministas son colectivas y no pueden lograrse individualmente.
Si una mujer cambia, cambia ella, pero si cambiamos todas, cambia el género”
Marcela Lagarde
He pedido inspiración a mis ancestras para escribir esta columna desde el más profundo respeto. Marzo es el mes de las narrativas a favor o en contra de las mujeres, debería ser exclusivamente a favor – aclaro – sin embargo, surgen ataques propios del patriarcado incómodo y enojado con la juntanza femenina.
Marzo se convierte en un mes donde se leen y se reciben mensajes como: “El feminismo es dañino” “Las feministas odian a los hombres y quieren acabar con el concepto de familia” “Yo defiendo los derechos femeninos, pero jamás seré feminista” “Las feministas (todas) son unas vandálicas” etc. Muestras de narrativas de odio contra lo que genera transformaciones.
Estoy de acuerdo que no todas las mujeres deben llamarse – feministas – considero que son libres de hacerlo o no y no se trata de convertir una apuesta política y reivindicadora de los derechos en una manifestación opresora, sin embargo, la reflexión la quiero llevar hacia el alto costo que pagamos como sociedad en general y específicamente como mujeres, cuando aun desconociendo significados, colgamos nuestros criterios en imaginarios sociales patriarcales y opresores que continúan, culpando a las víctimas, matando a las mujeres, normalizando las brechas de género e inequidades, amparados en prejuicios o en los mal llamados “usos y costumbres”; que pesar continuar en pleno siglo XXI con el afán de ser aprobadas por corrientes dominantes, es decir, renunciar al derecho propio para “calzar” en mandatos sociales, a pesar de pasar por encima de nosotras mismas.
Es importante dejar de ser marionetas de lo que el común quiere que pensemos, porque terminamos destilando odio, disfrazándolo de respeto. También es relevante tener presente que los derechos femeninos no han sido otorgados sino que han debido ser luchados y conquistados, que ahora las mujeres podamos votar, estudiar, acceder a servicios de salud, tener derechos sexuales y reproductivos, entre otros, son resultado de una lucha incesante que ha costado vidas, sangre y apuestas de antecesoras que no se resignaron a ser ciudadanas de segunda categoría, lamentablemente, algunas mujeres olvidan que hoy disfrutan de algunos derechos gracias a otras mujeres.
Aún falta mucho para lograr la equidad e igualdad, sin embargo, no podemos desconocer avances, eso sí, sin descuidarnos porque bien lo dijo Simone de Beauvoir “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.
Por ello, antes de atacar algo es mejor conocerlo a profundidad y no atacar desde el miedo, el desconocimiento y los prejuicios que solo nos llevan a perdernos la oportunidad de vivir en plenitud. De este modo, considero importante mencionar que para mí todos los “ismos” feminismos, cristianismos, humanismos, etc. Requieren de cada miembro un compromiso subjetivo de sanación, objetividad, respeto por los demás, es decir un proceso de reconcilio, evitando fundamentalismos, porque no podemos acabar con las violencias ejerciendo violencias, ni lograremos transformar ninguna realidad adversa replicando imaginarios sociales cargados de discriminación.
La era de la violencia nos está consumiendo, por ello todo lo que desaprueban parece que merece nuestra arremetida social e individual, esto conlleva entre otras cosas, a desconocer logros de los feminismos (en plural) porque no existe una sola forma de ejercer el feminismo. De este modo, procedo a presentar una conceptualización del feminismo (basada en la autora Marcela Lagarde):
“Es un conjunto de teorías sociales y prácticas políticas en abierta crítica de relaciones sociales históricas, pasadas y presentes, motivadas principalmente por la experiencia femenina. En general, los feminismos realizan una crítica a la desigualdad social entre mujeres y hombres, y proclaman la promoción de los derechos de la mujer. Las teorías feministas cuestionan la relación entre sexo, sexualidad y el poder social, político y económico”
Es claro que muchas veces se confunde el significado de feminismo, afirmando que es la intención de imponer el “poder” femenino sobre el masculino” incluso se asume atrevidamente que el machismo es lo mismo que el feminismo y son totalmente opuestos aunque sonoramente puedan convocar a una comparación; el machismo, es una fuerza opresora y desigual; los feminismos pretenden otorgarle derechos a las mujeres, por ello, cada mujer es la causa del feminismo, es decir que cada una tiene el derecho a desarrollarse.
El feminismo no busca perjudicar a los hombres, busca otorgarles calidad de vida, garantía de Derechos y libertades a las mujeres. Un punto que hay que tener muy presente para no confundir el motivo del feminismo, es que éste no es excluyente, dado que construye alternativas de desarrollo no sólo para las mujeres sino también para los hombres, queriendo así eliminar y salvarlos del patriarcado, para trascender a lograr la igualdad, dejando a un lado la exclusión, dado que las desigualdades entre hombres y mujeres no están determinadas biológicamente, sino socialmente construidas y hay que seguir trabajando por erradicar el patriarcado y sus derivados.
Puedes decir que no eres feminista sin problema alguno, pero ten cuidado con atacar tus propios derechos por caer en imaginarios sociales violentos contra los derechos femeninos.
@facostac