El locutor Marcos Pérez Caicedo, en sus jocosas narraciones beisboleras, casi nunca llamaba a los peloteros por sus nombres completos. Hubo uno al que le decía la ‘Yuya’ Rodríguez. ¿A qué se refería con ‘Yuya’? Beto Cross, Los Ángeles
‘Yuyo’, masculino de ‘yuya’, viene del quechua yúyu ‘hortaliza, hierbas de comer’. El femenino ‘yuya’ es una planta valorada, puesto que algunas de sus variantes tienen usos medicinales o cosméticos, y las más tiernas son comestibles o sirven como condimento. Ahora bien, la ‘Yuya’ Rodríguez, cuyo nombre era Inocencio, y que en 1954 firmó con los Orioles de Baltimore, fue un espectacular pelotero bolivarense, uno de los legendarios del béisbol colombiano, reconocido por su poder al bate, que lo convirtió en el mejor toletero nacional durante mucho tiempo. Me ha sorprendido que el erudito momposino Mario Alario di Filippo, en su Lexicón de colombianismos registre ‘yuya’ con el sentido de ‘garrote’, y ‘yuyazo’ con el de ‘garrotazo’, lo que de inmediato evoca a la ‘Yuya’ Rodríguez.
¿De dónde surge la exclamación ‘¡pardiez!’? Rut María Salazar I., B/quilla
El habla diaria, al intervenir el lenguaje, hace que las palabras puedan cambiar de significado o nacer y morir una y otra vez, y, por eso, pueden estar recién nacidas o hallarse moribundas. Esto último es el caso de la exclamación ‘¡pardiez!’, que aún figura en el Diccionario pese a su extremo desuso si lo comparamos con ocho décadas atrás, cuando era frecuente oírlo después de haber comenzado su andar en los siglos 16 y 17, de lo que dan fe en sus escritos Cervantes, Quevedo y Lope de Vega. Las locuciones “¡coño!, ¡maldita sea!, ¡caramba!, ¡caray’!” y todo un resto de maldiciones, fueron reemplazadas en buena medida por la exclamación “¡par Dios!” que evolucionó a ‘¡pardiez!’ y se usaba a manera de juramento (“¡Pardiez, llegaré temprano!”). Ahora bien, etimológicamente, ‘par’ viene del latín per que significa ‘por’. Entonces, en cierto momento, la locución fue ‘¡pardios!’, o sea, ‘¡por Dios!’, pero para no irrespetar el nombre de Dios mencionándolo en vano, lo que era una falta muy grave entre la feligresía de la península, que incluso les temía a procesos ante la Inquisición, la locución cambió la ‘o’ por ‘e’ y la ‘s’ por ‘z’ y quedó ‘¡pardiez!’, lo que parece un truco para involucrar a Dios sin nombrarlo.
Nota: A propósito de mi respuesta de la semana pasada sobre el origen de la voz ‘farto’, me escribe el lector Antonio Arrieta para agregar: “Alguna vez, me enteré de que ‘farto’ proviene del latín fattus, que significa ‘presumido’ [o ‘fatuo’]”.