Para los pocos que aún no conocen el término, un pódcast es una grabación de audio en formato largo que puede ser consumida directamente desde internet y que, generalmente, consiste en conversaciones entre dos o más personas. En principio no parece ser algo muy disruptivo, dado que puede asimilarse a un programa de radio extendido que queda disponible para ser transmitido en el formato de streaming que ha popularizado Netflix o Spotify.

El surgimiento de los pódcasts como una alternativa de consumo de información tiene solo 20 años, pero hace parte de unos cambios profundos en el ecosistema mediático. La pérdida de confianza en los medios tradicionales es un gran factor en su auge, dado que la dinámica de las noticias que se presentan con unos cortos titulares y poco contexto, muchas veces con sesgos ideológicos, ha llevado a muchas personas a buscar información más ajustada a sus gustos personales.

Un buen ejemplo de un nicho que ha crecido rápidamente es el de los pódcasts de historia. El formato usual es de dos académicos historiadores debatiendo las minucias de otras épocas de una forma entretenida y conversacional. Lo inesperado es el interés de tanta gente en los microdetalles de la segunda guerra mundial, el imperio Romano o los escándalos de los Tudor. Y menos aún previsible que estos investigadores fueran capaces de llenar escenarios como estrellas de rock para replicar el diálogo en vivo.

Otro factor ha escalado la importancia de este formato y es que los pódcasts fueron clave en las elecciones de USA. Según Edison Research, solo en Estados Unidos aproximadamente 100 millones de personas escuchan pódcasts todas las semanas. Y en las pasadas elecciones presidenciales ni Donald Trump ni Kamala Harris se sentaron con los editorialistas del New York Times u otros diarios relevantes, pero sí lo hicieron con múltiples pódcasts que sus equipos de campaña determinaron que llegaban a perfiles de votantes que ellos necesitaban. El caso particular de Joe Rogan, el más popular de estos shows, ayuda a dimensionar la escala de la popularidad del formato, ya que tiene una audiencia casi 30 veces más grande que la de CNN en horario estelar.

Ahora que entramos anticipadamente en temporada electoral Colombia no será la excepción a este fenómeno. Si bien todavía son pocos los pódcasts con proyección nacional, en las regiones cada vez hay más shows que capturan audiencias específicas. Y se logra percibir mucho mejor la personalidad y el estilo de los candidatos, cosa que sabemos es un factor decisivo en las campañas y más cuando se espera un grupo tan nutrido de contendores.

@RPlataSarabia