Entre la corrida de 50 metros de Vinicius a espaldas de la defensa colombiana para encontrarse con el pase de Raphinha, interrumpida por la torpe y apresurada acción de Daniel Muñoz y que se transformó en el penal y primer gol brasileño, hasta el remate del mismo Vinicius fuera del área desviado por la cabeza de Lerma para el segundo y definitivo gol de Brasil, pasaron más de 80 minutos de un juego parejo, con breves oleadas de ataques con dosis de peligrosidad, alguna más para Brasil, especialmente en el segundo tiempo en el que Colombia fue estéril en la ofensiva. En general, con más y mejor empeño a la hora de la disputa por el control de la pelota que para clarificar los avances en los metros finales.

En lo que respecta a Colombia, una vez se dio cuenta que los tres volantes (Lerma, Ríos y Arias) no eran suficientes para recorrer a tiempo el ancho del campo e intentar impedir la superioridad que Brasil le planteaba por los costados, decidió pasar a Arias como volante abierto por la derecha, juntó más a Ríos con Lerma por el centro y a Luis Diaz abierto por la izquierda. Con esta nueva distribución, y una actitud más agresiva, y una presión más adelantada, equilibró el trámite, alcanzó el empate por intermedio del remate cruzado de Luis Díaz.

Al final, con varios jugadores agotados, incluyó a Kevin Castaño para que junto a Lerma y Ríos cerraran la zona central y ‘conservaran’ el empate, pero fue justamente en ese sector donde Vinicius remata con tiempo y espacio.

El martes, ante un envalentonado y eficiente Paraguay, deberá reencontrar la línea de juego, particularmente la de coordinar y armonizar más y mejores jugadas de ataque para sumar, porque hace tres partidos que no lo logra.