Este 28 de marzo, fecha de su natalicio en 1924, se rinde un merecido homenaje al Maestro José Consuegra Higgins en reconocimiento a su liderazgo y gestión como pionero en la formación sociológica en el Caribe colombiano. De él podemos afirmar, sin lugar a equivocarnos, que él como reputado economista fue un adelantado de su época, un verdadero visionario y miró el futuro con mayor anticipación que cualquier otro.

Su sólida formación teórica, su disciplina académica y su rigor investigativo le mereció ser el primer profesional de la ciencia económica de la región Caribe, en su calidad de fundador, en hacer parte de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.

Él, además de docente e investigador, columnista de los principales diarios del país, escaló con méritos propios la cumbre de la intelectualidad colombiana y brilló con luz propia.

Su proyección fue mucho más allá de los límites patrios, como que fue alumno aventajado y émulo de pensadores de la talla de Raúl Prebish y Eduardo Galeano. Estuvo siempre en la vanguardia del pensamiento económico en América Latina.

Raúl Prebish fue reconocido como el padre de una nueva corriente de la teoría económica conocida como Cepalina, la cual propugnaba por el crecimiento y el desarrollo endógeno de las economías latinoamericanas y por su parte Eduardo Galeano fue un acervo crítico del modelo económico imperante, por considerar que el mismo condenaba a los países de la región al subdesarrollo. Fue lo que se conoció en su época como la teoría de la dependencia de estos países con respecto a la metrópoli, la cual fue ejemplificada en el célebre texto de Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina.

Como tuve oportunidad de recordarlo con ocasión de su deceso, el admirado Profesor Consuegra hizo causa común con connotados exponentes del pensamiento económico latinoamericano de la época de la talla de Celso Furtado, Oswaldo Sunkel y Alonso Aguilar.

Fue entonces cuando se gestó en nuestra región el primer destello de un Modelo propio, ya que al decir de nuestro laureado García Márquez, no obstante que “nuestra virtud mayor es la creatividad, sin embargo no hemos hecho más que vivir de doctrinas recalentadas”.

En mi época de estudiante de economía tuve el privilegio, como el resto de mis condiscípulos, de recibir la savia de su ilustrado pensamiento, que lo compartía con todas las facultades de economía, por donde se paseaba como Pedro por su casa, convirtiéndose en profesor invitado con carácter permanente.

Su pensamiento y su acción, que siempre iban de la mano, la teoría y la praxis estaban muy imbricadas en él, siempre con una carga ideológica de izquierda inocultable, marcaron un hito en la historia de la economía colombiana.

Además, él tomó a pecho aquella frase del Poeta Jorge Zalamea Borda que extracto de una de sus poesías más bien logradas, Vientos del Este: “salta hombre sobre tus propias fronteras, pues ya no cabes en ellas”.

Y él sí que saltó sobre sus propias fronteras, pues, cuando vio la necesidad de amplificar su pensamiento y el de la escuela de economía, de la que él fue uno de los más connotados, fundó también la revista Desarrollo Indoamericano en 1966, la cual, a poco andar, se convirtió en fuente de obligada consulta, así para estudiantes como para profesores e investigadores en toda Latinoamérica. En ella abrevamos todos los economistas en formación de la época, que fue la suya.

Y, cuando siendo Rector de la Universidad del Atlántico sus ideas se volvieron incómodas para sus directivas y lo relevaron del cargo, él no tuvo inconveniente en irse con sus arreos a otra parte y creó su propia Universidad, la Simón Bolívar, que desde su fundación en 1972 ha sido Faro de la inteligencia del Caribe colombiano. Y qué bueno que este legado ha visto su prolongación en el tiempo y en el espacio, ahora en manos de Anita Bolívar, su inseparable cónyuge y sus hijos José, Ignacio y Ana, quienes tomaron la posta para proseguir en su procelosa y encomiable misión educadora.

Bogotá, marzo 26 de 2025

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