El debate de la salud todos los días se vuelve más ridículo; hace rato se volvió un tema de quien tiene razón, no de cómo mejorarle la vida a la gente. Desde hace mucho tiempo se aceptó que el sistema de salud está lleno de corrupción, y el presidente asume que para eliminar esa corrupción hay que cambiar el sistema, y mientras no logre cambiarlo, prefiere dejar que se caiga solo.
Estrategia peligrosa, que se hace sin importar cuantas vida se lleve por delante, porque se cae en un círculo vicioso en el que, como considero que el sistema es corrupto, no lo financio para quitarle las herramientas a los corruptos, pero al no financiarlo no tengo con qué comprar medicinas, y los ciudadanos no encuentran medicinas ni atención.
Lo más absurdo de este circulo vicioso, es algo peor: desde mediados de 2023, este gobierno ha intervenido ocho EPS, que hoy suman más de 25 millones de afiliados. Es decir, más de la mitad del sistema, el 53 % para ser exactos, está en manos del Estado. Entonces la pregunta es sencilla: si más del 50 % del sistema lo maneja el gobierno, ¿quién se está robando la plata? ¿Los funcionarios que él nombró? ¿Las entidades que él administra?
Y mientras nos enredamos entre versiones, la gente sufre. El paciente crónico, la mamá con un hijo epiléptico, el adulto mayor con requerimientos diarios, nadie puede esperar. Las quejas por desabastecimiento de medicamentos y demoras en la atención han aumentado en un 75,7% en los últimos 2 años según la Defensoría del Pueblo. El Gobierno dice que sí está girando los recursos, los prestadores aseguran que no están recibiéndolos, entonces como dijo la Defensora en una reciente entrevista con Jorge Cura: alguien está mintiendo. Pero, además, más allá de los giros, los que si se reciben, tampoco les alcanza (UPC).
El sistema de salud colombiano, con todos sus problemas, ha funcionado porque el Estado pone la plata; si el gobierno no paga, el sistema se detiene. Y si más de la mitad de ese sistema lo administra él mismo, ya no puede seguir culpando a otros. Por eso incluso sus propios aliados, como el presidente de FECODE, dice que no está en contra del sistema, pero que necesita que le paguen a los proveedores que atienden a sus maestros.
En vez de resolver, el presidente ahora amenaza con imponer: no presentará más reformas al Congreso y lo hará todo por decreto, dando más la sensasión de dictador que de líder democrático, y de paso ignorando que sus decisiones juegan literalmente con la vida de la gente. La salud no puede seguir siendo rehén de una disputa ideológica. Es hora de que asuma la responsabilidad; ya no hay espacio para la improvisación ni para los discursos, como dijo Duque, “mató al tigre, asuma las consecuencias” y solucione.
@miguelVergaraC