Los siglos terminan cuando sus rasgos peculiares dejan de existir. Podemos hablar de un siglo XX corto, que habría terminado en 1989, cuando cayó la cortina de hierro y se apresuró la desintegración de la Unión Soviética. Acabó así el segundo de los totalitarismos del siglo XX, el primero fue el régimen nazi de Alemania al finalizar la segunda guerra. Pero también podríamos hablar de un siglo XX largo, que habría terminado en 2022, con la invasión rusa a Ucrania. La disminución de las agresiones militares no provocadas por las potencias a sus satélites fue otro rasgo de las últimas décadas del siglo XX, augurando un futuro más civilizado. Los dos totalitarismos derrotados habían compartido también evidentes ambiciones imperiales, opacadas por sus antagónicos velos ideológicos; Alemania por haber llegado tarde a la repartición del mundo y Rusia por su terca vocación expansionista desde Iván ‘El Terrible’.

La compulsión imperialista es una conducta feudal. El poder económico, militar y demográfico espoleado por la ambición llega hasta donde encuentra una frontera dura. Así ha sido en todos los continentes por milenios. Los Estados Unidos (USA) no fueron ajenos a ella. En el siglo XIX, el presidente Monroe expresó la doctrina de la joven república: “América para los americanos”. Concebida en 1823 por John Q. Adams, su Secretario de Estado y luego sucesor. Fue una advertencia dirigida a Inglaterra, Francia, Holanda y Rusia, de no meterse en “su” continente. Aunque no impidió del todo que lo hicieran, parecía un generoso gesto de protección para las recién independizadas colonias españolas, pero consistió más bien en reservarse el derecho a intervenir a su conveniencia. A través de compras forzadas y la anexión resultante de la guerra con México, USA multiplicó por 10 su área inicial. Llegando luego de la guerra con España en 1898 a establecer “protectorados” en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Para terminar con el adagio “habla pasito pero lleva un gran garrote”, puesto en práctica por Teddy Roosevelt cuando se tomó a Panamá para construir el canal en 1903. En el siglo XX hubo más intervencionismo pero cesó el expansionismo.

En 2025 los deseos expresados por el presidente Trump de recuperar el Canal de Panamá, comprar Groenlandia y anexar Canadá, son un retroceso de dos siglos indeseable para el hemisferio y contraproducente para USA. Mucho mejor empleado estaría el cambio si contribuyera a erradicar a las narcocracias de la región.

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