Así aseguraban las abuelas en su sabiduría, y permanentemente lo ratifica el proceder de un petrismo que, acostumbrado a amenazar y a acudir a las vías de hecho, no cesa en sus desafueros. La última y muy grave amenaza fue la que le hicieron a la senadora Nadia Blel frente a su casa en Cartagena, donde además había menores de edad y desprevenidos vecinos. Lo hicieron por vicio, como por vicio lo hicieron en la Plaza de Bolívar, al lado del debate en la Comisión VII. Pero esta vez se pasaron de piña, porque el hogar es inviolable. Se dice que en la horda en Cartagena había hasta parlamentarios y funcionarios del “pacto histórico”, inaudito, pero no sorprendente.
Pero la senadora no se arredra, nada ni nadie la saca de sus principios godos, y ahí sigue firme, además, denunciando los abusos, aunque al petrismo no le importe que los pongan en evidencia, porque hasta la pena perdieron. Aterra la narración de la tramoya para robarse la plata de la Unidad de Riesgos, destinada a atender emergencias vitales. Pero una vez denunciados se inventaron otro sistema, ya no en la Guajira, sino en otra parte, para no perder el vicio. El gobierno sigue quejándose de la falta de plata, no le gira ni a la salud, no le importan los muertos, nunca le han importado, desde el m-19 miran la muerte con indiferencia, como un vicio del ejercicio.
Por ello es inútil hablarles de los aviones que alguna vez criticaron, o de algún otro desvarío; mienten porque mentir es un vicio, el vicioso no razona, sólo reincide. Así que hay que detener el avance destructor, porque la cosa no va a cambiar: el petrismo es como el puerco pollero.
Coletilla juniorista: Desde aquel Maturana del “perder es ganar un poco”, los técnicos del fútbol se han vuelto como los palabreros, más ahora que hacen ruedas de prensa antes y después del partido, donde descaradamente narran algo distinto de lo que uno vió. Al principio se pensó que Farías, con su explicadera de planteamientos y proyectos, era un exponente más de la especie. Pero no. En las últimas fechas ha mostrado resultados, así que “dato mata alegato”. Aunque seguimos víctimas de decisiones arbitrales sospechosas y continuamos de ganadores del sufrimiento y, pese a que aún no se muestra el juego bonito, se está acumulando puntos y sacando adelante partidos difíciles, donde rescata lo mejor de aquellas fulgurantes estrellas nuestras. ¿Viejos? Vieja es su cédula, brillante por tanta luz que emitió y sigue emitiendo. O sea, Farías se está mereciendo el compás de espera que pidió al llegar.