Colombia vive hoy muchas y muy graves crisis. Sin embargo, la que envuelve a todas las demás y al tiempo hace más difícil resolverlas es la fiscal. Se habla muy poco de esto: el asunto aburre a la gente y los políticos sacan el cuerpo debido a que las soluciones son siempre impopulares. Cómo será de grave el panorama actual que medio país se pregunta es cuándo va a estallar esta bomba de tiempo. ¿Será antes de que termine el gobierno de Gustavo Petro? ¿Será después? Lo cierto es que cuando explote, nadie dejará de enterarse. El dólar se disparará y, por ahí derecho, los precios de prácticamente todo lo que consumimos –y, por supuesto, las tasas de interés–.
Después de la salida del ministro Guevara, a quien hay que reconocerle que perdió el puesto por tratar de recortar en algo el presupuesto de este año, no se puede esperar nada diferente a un aumento del déficit fiscal. Ya el año pasado fue excesivamente alto –casi 7 % del PIB, el mismo de 2021, cuando todavía estábamos en pandemia–. Este año, bajo el timón del ministro Ávila, cuyo objetivo es hacerle caso a su jefe y gastar, el déficit puede llegar a 9 % del PIB, que sería el más alto de toda nuestra historia. Y esto puede ser peor con la caída reciente de los precios del petróleo.
Si el país sigue como va, la deuda pública llegará este año a 65 % del PIB. Se trata de un aumento de 10 puntos porcentuales en solo dos años sin ningún factor externo –tipo pandemia o caída de los precios de los productos de exportación– que lo justifique. La explicación es totalmente política: un gobierno que quiere gastar para “evitar que el fascismo se tome a Colombia”. El asunto es delirante.
Entonces, ¿por qué el dólar sigue cotizándose en niveles razonablemente bajos? Algunos podrían decir que, si la preocupación fiscal fuera real, el dólar ya habría superado la barrera de los 5.000 pesos. A mi modo de ver, el dólar está pegado con babas. Y lo que lo frena es la expectativa de que en 2026 el país elija un presidente fiscalmente responsable y todo se arregla. Este es el denominado efecto “chao, Petro” del que ya hablan los mercados.
Ojalá los mercados tengan razón, pero no hay que confiarse. El Pacto Histórico –ahora convertido en ‘frente amplio’– tratará de escoger candidatos bien maquillados, pero que en realidad nos expondrán a una segunda dosis de populismo fiscal. Un segundo gobierno del petrismo pondría sobre la mesa una renegociación de la deuda pública, con un costo enorme para la confianza, la inversión y el bolsillo de todos los colombianos.
Por eso, la consulta popular propuesta por el Gobierno es muy preocupante. Lo que busca es servir de abrebocas para las elecciones de 2026. Por ello es fundamental que el Senado se oponga. Y, si no lo hace, la consulta debe hacerse lo más pronto posible y buscar que la inmensa mayoría de votantes se abstengan de participar en ella. La consulta será también una forma de unir al antipetrismo.
En cualquier caso, el país tiene que empezar desde ya a debatir las propuestas de ajuste fiscal post-Petro. El nuevo gobierno tendrá que recortar unos 70 billones de pesos. Un primer tipo de recortes debe ser el fin de los contratos de prestación servicios –el llamado empleo militante–, así como el cierre de entidades que no sirven para nada, como el Ministerio de la Igualdad, la UNGRD y la UNP, entre otras. Esta última cuesta 3 billones de pesos al año, sin ningún beneficio tangible para 50 millones de colombianos. Otro día me referiré a esta nefasta entidad que es otro foco de corrupción.
Estas acciones, que tienen amplio apoyo popular, no serán suficientes para cuadrar las cifras fiscales. También serán necesarias medidas impopulares, como la eliminación de los subsidios al ACPM, algo que este gobierno no ha querido por temor a un paro de transportadores. El próximo gobierno requerirá mucha firmeza y carácter. No hay espacio para aguas tibias.
Una tercera parte del ajuste fiscal es un gana gana. Si se hace bien, genera credibilidad y confianza, lo que permite que el Gobierno pague menos por colocar su deuda, lo que implicaría un ahorro cercano a los 10 billones de pesos al año.
Hay mucha tela que cortar y muchas crisis por superar, lo cual invita al debate con propuestas. La derrota del petrismo es solo el primer paso. Lo verdaderamente difícil vendrá después.
@MauricioCard