El pasado domingo 13 de abril se cumplieron siete años de la muerte de Othón Dacunha, sin ninguna duda el mejor puntero derecho en la historia del Junior. Por tal motivo ese día, con algunos amigos, recordamos al fabuloso jugador, al denodado entrenador y formador, y al gran ser humano que se enamoró para siempre de Barranquilla, en la que vivió hasta su definitiva partida, y a la que le entregó tres hijos con su misma decencia y valores.

Hicimos memoria de su increíble zigzagueo y del balón atado a su sensible pie derecho. Del tremendo problema que les llevaba a sus marcadores con sus hamaqueos y amagues indescifrables. Concluimos que la raya no fue su celda sino su aliada. Y su cintura una suerte de embeleco que anunciaba ir hacia un lado y en milésimas de segundo impulsaba su cuerpo hacia otro.

También evocamos su etapa de entrenador, educador, maestro, guía, consejero, porque fue todo eso para los cientos de futbolistas que pasaron —pasamos— por sus manos y sus enseñanzas. Reconocimos que la sencillez fue su primera lección. Que conquistó la confianza de sus alumnos porque los —nos— trató con máximo y sincero respeto. Y que la credibilidad que lo acompañó la construyó desde la honestidad y desde sus conocimientos.

Otho, que fue así como siempre lo llamamos, sin la N, les remarqué, con absoluta seguridad, es el mejor ejemplo de orgullo de pertenencia, amor incondicional y lealtad por la camiseta rojiblanca y lo que representa para la ciudad. Él jugó solo para Junior. Entregó su vida a Junior. Junior fue su vida.

Después de esa remembranza, mis amigos me dejaron una misión: proponer el nombre de Othón Alberto Dacunha para la sede del Junior en Bomboná, según ellos aprovechando mi condición de opinador futbolero en los medios de comunicación. Les di un sí rotundo, y esta columna es la oficialización de ese encargo, aun con el riesgo de ser tildado de entrometido, porque esa decisión le pertenece a los dueños del equipo.

Al despedirnos, nos fuimos con la convicción de que la historia, los futbolistas, periodistas, dirigentes y el hincha juniorista, saben que Otho se lo ganó.