Me los encontré el domingo saliendo de misa. Caminaban entre feligreses, recién comulgados, con la altivez de los “espantajopo” que se esfuerzan por lucir la marca de su camisa inglesa nueva, los rombos estampados en la cartera francesa, y la hebilla dorada italiana en el cinturón, bien ajustado a la pretina del pantalón.
Mientras los miraba, recordaba el video viral que los chinos soltaron esta semana. ¿Qué pensarán semejantes aparentadores cuando descubran que esas “prendas europeas” fueron hechas en China, en la misma línea de producción donde se fabrican miles más, idénticas a las que se consiguen en el Paseo Bolívar.
China está desnudando el mito del lujo. Y no por accidente. Todo apunta a una estrategia de guerra comercial: una respuesta finamente calculada frente a los aranceles y medidas proteccionistas que Trump ha querido imponer desestabilizando la balanza comercial mundial. Pero China no responde con alarde. Responde con paciencia. Y con precisión.
Lo que hace ahora es develar los precios reales de fabricación de marcas que venden exclusividad, mientras producen en masa a bajo costo. Sin levantar la voz, están confirmando lo que era un mito. Ese objeto vendido como europeo, fue hecho en su totalidad en Asia. Que lo único que le agregaron en Europa fue una hebilla, una etiqueta o un broche, apenas lo necesario para poder decir “Hecho en Italia” o “Made in France”.
China está agitando el comercio global evidenciando una realidad: lo que se paga no es calidad… sino relato. Y lo hace mientras ofrecen acceso directo a los mismos productos —sin marca— A una fracción del precio original.
Es una táctica de guerra poco ética con las lujosas marcas que le confiaron su producción, pero profundamente política. Una forma de decirle al mundo lo poderosos que son, ya no son el taller mediocre, sino una potencia que fabrica con calidad y bajos precios.
Los chinos si de guerras se trata, saben bastante. No solo las entienden: las escribieron. Sun Tzu, autor de El arte de la guerra, era chino. Y Trump parece haberlo olvidado.
Mientras el comercio mundial se desbarata. Quizá sea esta una oportunidad para volver la mirada a nuestro propio talento, y empezar a convertir en lujo lo que se hace en casa. Para dejar de ser tan arribistas con lo extranjero y comenzar a valorar nuestras propias historias, nuestras manos, nuestros relatos.
Nos toca aprender a leer estas guerras y descifrar sus movimientos. Porque lo que está en juego no es solo quién fabrica más barato, sino quién logra seducir al nuevo comprador global… y quiénes se posicionarán como los próximos grandes vendedores en el tablero comercial que China y Estados Unidos están redibujando.
@eortegadelrio