La fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por mosquitos, que puede causar fiebre, ictericia y, en casos graves, compromiso multisistémico, en todo el organismo, hemorragias y falla hepática. En Colombia, hay zonas con mayor riesgo de contagio, y la vacunación es clave para la prevención. La transmisión puede ser tanto selvática, como la que ocurrió en la Sierra Nevada de Santa Marta, como urbana, cuando personas infectadas introducen el virus en áreas urbanas.

En 1979, ante el aumento de pacientes con ictericia que rápidamente fallecieron, como Jefe de Atención médica del Hospital San Juan de Dios de Santa Marta, y ante la sospecha de fiebre amarilla, me correspondió junto con el patólogo Rafael García, identificar en muestras de la necropsia, realizada a un paciente con ictericia y falla hepática, procedente de un área selvática cercana al caserío de Santa Rosalía, el cual fue confirmado en el Instituto Nacional de Salud de Colombia. con el apoyo del Dr. Bernardo Buitrago quien realizó los estudios de patología conjuntamente con el Dr. Gerzain Rodríguez. Y contando con el laboratorio del INS, liderado por el Inmunólogo Miguel Guzmán, se demostraron los sueros positivos para anticuerpos contra el virus y el concluyente aislamiento del virus de la fiebre amarilla. Tuve la fortuna de estar como conocedor inicial de la problemática del área de compartir, al lado de la Jefe de Epidemiología Luz Helena Sanin y con el fuerte impulso del Director del Instituto, Hernando Vidales, el Dr. Hernando Groot y otros trabajadores del INS, con quienes posteriormente fui integrado, junto con mi colega Mancel Martínez (QEPD).

Teniendo en cuenta, la presencia en las zonas selváticas de los monos aulladores, cuyos restos mortales encontramos en cercanía de los pacientes con el cuadro clínico descrito, teníamos en nuestras manos el ciclo de la enfermedad. La epidemia de fiebre amarilla de esa época, nunca se urbanizó, es decir los pacientes venían infectados de las áreas selváticas, como afortunadamente, está ocurriendo en la actualidad. Después de picaduras, en las selvas con mosquitos principalmente haemagogus. Pero, con una alta presencia de mosquitos del género Aedes en las ciudades, podría darse, un crecimiento de consecuencias catastróficas, si no eliminamos el vector, Aedes aegypti y otros mosquitos de aguas “limpias”, que produjeron desde hace milenios, las grandes epidemias del pasado, transmite también el dengue y la chikungunya. El uso de repelente y de toldillos disminuye las picaduras.

Para su control, se debe dar un buen manejo al agua con el cambio de las mismas antes de la semana, tiempo en que pueden eclosionar las larvas, o al menos cubrir los recipientes para evitar la llegada de mosquitos. Y solo, en casos especiales de altas densidades de mosquito utilizar la fumigación.

La epidemia en los alrededores de la base de la Sierra Nevada de Santa Marta, fue controlada, gracias a la activa participación del Instituto Nacional de Salud y la vacuna producida en ese tiempo en el INS. La presencia del mosquito, el cual pudo ser demostrado a una altura de más de 1800 metros, indica que su control debe llegar hasta esas alturas. La vacunación debe cubrir más del 80 % de la población y, empezar por proteger, las personas que visiten zonas rurales, donde existe la enfermedad, aun en aquellos por encima de 59 años.

La vacuna es salvadora, la tenemos, el personal de salud debe ser entrenado y las comunidades educadas. Evitar un solo contagio de fiebre amarilla, puede salvar una vida ya que el tratamiento para eliminar el virus, no existe. Orgulloso de haber trabajado en el INS, reclamo el valor para lo que fue fundado, con liderazgo y recursos, lo cual confío en los tiempos actuales, para que, a través de las secretarías y servicios de salud, se tenga la forma de enfrentar, no solamente el virus de la fiebre amarilla, sino todas las otras enfermedades contagiosas y no contagiosas.

@49villanueva