Si hay algo peor que una “justicia” paquidérmica y enrevesada, es una “justicia” que, además de lo anterior, esté politizada e ideologizada
A un ser humano se le puede quitar casi todo, pero pretender despojarlo de su dignidad, de su honra y de su buen nombre es algo verdaderamente abominable y peligroso. El asesinato moral, perpetrado a través de campañas articuladas de desprestigio, se constituye en una estrategia ruin e infame, cuyos efectos pueden ser más nocivos que el mismo aniquilamiento físico.
No vamos ni a desfallecer ni a asustarnos. Somos luchadores curtidos en la batalla.
No logro entender qué demonios pasa por la cabeza de una persona cuando decide violar a otra. Confieso que me resulta un misterio imposible de resolver. La fuerza y la violencia destrozan la esencia de un acto natural, que, como el sexo, se fundamenta en el consentimiento y la voluntad mutua. Hay que buscar en el pasado de ese cafre, en su niñez, probables respuestas para solventar la incógnita. Algo debe estar muy mal en el alma de aquellos que confunden el amor con el maltrato, la humillación y los vejámenes.