Siempre he creído que a los gobernantes se les debe evaluar su gestión luego de transcurrido un lapso prudente, que permita identificar con claridad su estilo de gobierno, sus aliados dentro y fuera de las instituciones, su coherencia y, lo más importante, sus prácticas políticas.
Y para ello son útiles varias metodologías. Por lo tanto, así como se puede identificar mediante la aplicación de una prueba rápida o un test clínico si un paciente asintomático sufre o no de coronavirus, a los gobiernos de turno les podemos hacer una “prueba similar” que permita, pasados 100 días en el poder, evaluar si aquellos que dicen ser transparentes, prístinos, impolutos e inmaculados, han sido contaminados por algún “virus político”.
Inicio el “test” con la Secretaría de Salud, una entidad que tiene el día de hoy el reto monumental de preservar la vida de más de 9 millones de bogotanos y enfrentar un enemigo silencioso y mortal. Lo que muchos ignoran es que Claudia López entregó esta importante dependencia a Sergio Fajardo, quien aprovechó para poner sus “fichas” al frente de las cuatro subredes hospitalarias de la ciudad, como preámbulo de su campaña presidencial. Conclusión: “Los intereses políticos y partidistas están por encima de la salud de los bogotanos”. (+) Positivo para clientelismo y posible corrupción.
Y sigo aplicando el “test”, esta vez a la forma en que se están realizando los nombramientos en la administración distrital de la capital. Se pensaría que, tras llevar tantos años supuestamente luchando contra la corrupción y la politiquería, la mandataria ya habría desarrollado los “anticuerpos” necesarios para impedir que, durante su mandato, se presentasen estos hechos. Pero la realidad “monda y lironda” es otra. Un ejemplo palpable dentro de muchos otros es que para nombrar a Claudia Patricia Calao González como nueva Directora de Planeación Ambiental en la Secretaría de Ambiente, modificaron el Manual de Funciones para que su profesión de Comunicadora Social cumpliera con el perfil exigido para el cargo; o el nombramiento de Ana María Ruiz como Gerente de Canal Capital, quien no solo fue donante de la campaña de López, sino que, en forma torticera, para beneficiarla, también cambiaron el Manual de Funciones de la entidad para agregarle la profesión de la señora Ruiz. Conclusión: “Los compromisos políticos se cumplen, así haya que torcer las normas”. (+) Positivo para clientelismo y posible corrupción.
Ahora apliquemos el “tamizaje” a algunos de los alcaldes locales nombrados en la ciudad de Bogotá. La localidad de Teusaquillo fue entregada a Esmeralda Hernández, cuñada de Camilo Romero, el exgobernador de Nariño, investigado por la comercialización irregular de aguardiente. La multimillonaria contratación de la Alcaldía de Kennedy resultó asignada al cuestionado Senador del Partido Verde, Antonio Sanguino, a través del nombramiento de Yeimy Carolina Agudelo Hernández. Chapinero quedó en manos de la “inocente” Juanita Goebertus. Conclusión: “Las banderas de la meritocracia y la anticorrupción son solo eso… banderas”. (+) Positivo para clientelismo y posible corrupción.
Respecto de la Secretaría de Educación, se evidencia una repartija burocrática entre Lucho Garzón, Abel Rodríguez y el actual esposo de la Secretaria, el señor Jorge Iván González. (+) Positivo para clientelismo y posible corrupción.
El “santismo” no podía faltar en este “baile”, pues, a través de sus “agentes descubiertos”, ha conseguido hacerse a dos de las entidades más importantes de la ciudad. Por un lado, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, con la llegada de Cristina Arango, protegida de Mauricio Cárdenas (exministro de Santos) y Juan Mauricio Ramírez en la Secretaría de Hacienda, quien hace parte del equipo de Juan Ricardo Ortega, antiguo Director de la DIAN. (+) Positivo para clientelismo y posible corrupción.
Ah, se me olvidaba, la alcaldesa se gastó en plena pandemia la “bicoca” de 6.000 millones en publicidad.
Es más fácil encontrar santidad en un burdel que coherencia en un político de izquierda.
@DELAESPRIELLAE