El momento más deseado para un jugador aficionado es su debut en el fútbol profesional. Algunos exageran al apostar demasiado a ese momento significativo, tanto que el éxtasis vivido termina por convertirse en su némesis: el sueño puede llegar hasta ahí. Muchos se conforman apenas con eso. “Vine, vi, vencí”.

Otros se alteran en cuanto los invitan a entrenar con el equipo de primera división. Y llegan pateando puerta o pidiendo ventanilla.

-Con calma muchacho -, les digo con frecuencia a los jóvenes que apoyo.

-Profe, es que casi no juego, estoy siempre sentado ahí, me ponen solo pocos minutos; además, no puedo jugar tampoco en la sub-20.

-Mira, aprovecha y aprende todo lo que puedas. ¿Cuántos jóvenes quisieran estar ahí compartiendo con el equipo profesional? Quizás éste pueda ser el momento más importante de tu carrera: escuchar las charlas técnicas, compartir hoteles, restaurantes y entrenamientos con la plantilla profesional y sin la presión de tener que demostrar nada. Recién invitado no estás obligado a marcar diferencia enseguida, como hicieron algunos jóvenes ‘pirotécnicos’ (que irrumpieron lanzando cohetes y buscapiés), pero después desaparecieron. Es mejor poco a poco, que en esta carrera lo primero -y más importante-, es que aprendas el rigor con que se debe asumir la competencia y la seriedad con que se debe jugar cuando te mandan a la cancha. Eso es lo que te convertirá en un jugador fiable y confiable.

Alguna vez me llamó Santos Borré para contarme que lo habían convocado a jugar con la profesional en Cartagena contra el Real. Con Álvaro Aguilar, presidente del club Neogranadinos, de donde salió Borré, hicimos el viaje para verlo debutar. De repente apareció en la tribuna, lo habían dejado por fuera de la nómina para ese partido. Estaba todo ansioso; como vio que lo estaba mirando me dijo: “Joda, ojalá me den la oportunidad, pa’ romperla”. Para quitarle gravedad al momento le respondí: “Y si la rompes… ¿Con qué juegan después?”. Sonrió. Entendió que no había que ponerle tanta emoción al asunto, que solo bastaba con hacer lo que tuviera que hacer, pero bien hecho, eso sí, y esperar que las cosas ocurrieran. Y ocurrieron.

Se equivocan los jóvenes cuando en algún momento les dicen que pueden debutar y corren enseguida a avisarle a todo el mundo, hacen un escándalo y ponen la noticia en las redes; una manera de decir: “Ahora sí van a ver lo que es bueno”; pero también es una forma de meterse más presión. Qué decepción si no los ponen a jugar, si los sacan al poco tiempo o si se ven involucrados en alguna jugada errónea (“¡Trágame tierra!”). Suele ocurrir, extrañamente, que ciertos entrenadores de equipos profesionales, si en algún momento les toca improvisar en una posición específica lo que hacen es exponer precisamente al pobre chico que suben de las menores que, como carne de cañón, sin ninguna experiencia, sale ansioso por debutar y dispuesto a lo que sea, “Que yo juego donde me pongan así sea de aguatero”; algunos mienten cuando les preguntan “¿Tú alguna vez has jugado de…?” Si, si claro. Obvio, el riesgo de equivocarse es altísimo.

Sé de pelaos que han llorado, en largas noches de insomnio, porque toda la semana entrenaron con la “profeta” (así dicen) y el día del partido ni los miraron. Sé de otros que no durmieron en la víspera del debut y llegaron a la cancha nerviosos, sin piernas y con ojeras. Y por supuesto, una desastrosa actuación. Lo importante es aprender a quitarse la cámara de encima. La tragedia es creer que a uno le están filmando la vida y que todo el mundo está pendiente de ese personaje fuera de serie. Cuando te olvidas de eso, te tranquilizas. Hazlo por ti, no más. Ni por tu familia, ni por nadie. Menos para la gente que no conoces. Estúpidamente nos ponemos a sufrir por cosas así. Hazlo, en principio, porque crees que tienes algo que aportar, no tanto por lo que podrías ganar.

Cierto: Es muy difícil que un joven entienda esto, su imaginación vuela, su adrenalina se dispara, se le vienen miles de pensamientos encima. Igual hago el comentario para que los jóvenes lo tengan en cuenta y traten de asimilarlo lo más rápido posible. Que lean las historias de los grandes jugadores: Normalmente aguantaron desprecios, indiferencias, descalificaciones. Es casi una norma en esta carrera. Lo que hay que saber es que la experiencia no se transmite, ni se aprende solo porque algún famoso diga algo sobre el tema. La experiencia tienes que vivirla y sufrirla. No hay otra forma.

Y si ese “Primer Día” resulta, inesperadamente, en el debut soñado, digamos, elegido figura de la cancha o dos goles de antología, ¡cuidado!, podría ser hasta más perjudicial que benéfico: se dispararán los elogios en las redes, entrevistas en todos los medios, llamadas de todas partes. Tiene que tener sus pantalones bien puestos este chico, que he visto a varios caminar en el aire durante varias semanas y la soberbia y arrogancia salpican su identidad. Es un golpe demasiado fuerte e imprevisto y a cualquiera lo desestabiliza, con más razón si es un joven inédito que de la noche a la mañana cae enceguecido por las luces de la fama.

Revisa tus sueños- les digo con honestidad- ¿Tu sueño es jugar en el Real Madrid? Empieza primero por marcar diferencia en el equipito del barrio ¿Tu amor platónico es Shakira? Comienza por lograr el afecto de una vecina o una compañera del cole. Quizás algún día… O quizás no, con las apuestas no existe ninguna garantía. Demasiada ansiedad es contraproducente. Enfócate en el esfuerzo que tienes que hacer hoy para la satisfacción de hoy; a fuerza de alcanzar victorias mínimas encontrarás el hábito de la autoestima. “El pequeño triunfo de cada día”, como dice un salmo. Conclusión: Es fácil triunfar, pero hay que hacerlo a diario.

No soy de dar consejos porque no creo que exista una sola manera de hacer las cosas, procuro contar situaciones y decisiones que hemos tomado en algunos casos. Pero hay algo que sí puedo decirle a los jóvenes que debutan o están a punto de debutar: Lo más importante es mostrar respeto por el público y por la profesión, que se vea la seriedad, la pasión, la entrega y, especialmente, no mostrar el hambre, como decía mi madre, aquello de querer correr antes de aprender a caminar, esa locura de volarse las escuadras. La gente del fútbol capta fácilmente esa falta de autenticidad y esa ansiedad malsana de aparentar aptitudes que no se tienen. Realmente el debut no debería medirse por el primer partido, sino por el rendimiento de toda la temporada.