Si algo ha quedado demostrado durante la emergencia generada por el Covid-19, es que la economía nacional estaba mejor preparada que sus sistemas sanitarios.

Por eso el presidente Iván Duque ha podido echar mano de recursos fiscales y descartar, por ahora, una reforma tributaria.

Evidentemente va a haber un efecto. Según las cuentas de la ANDI, la liquidez de las grandes empresas alcanza hasta el 26 de abril. Cuando se levanten las restricciones a la producción, como ocurrirá dentro de una semana, lo primero que tendrán hacer es cuadrar caja.

Es probable, inclusive, que el país tenga que recurrir a una línea de crédito de 11.000 millones de dólares pre-aprobada por el Fondo Monetario Internacional, con más razón ahora que la caída en los precios del petróleo amenaza las reservas.

Pero los márgenes de maniobra del Fisco permiten mover ayudas, inversiones e intervenciones por cerca de 40 billones de pesos, que es algo así como el 15% del presupuesto de la nación de este año.

Los recursos se han destinado, en principio, a socorrer al sector salud. Sabíamos que estaba mal, pero con las medidas para evitar el contagio y las históricas inversiones en el sector, hoy dimensionamos su postración.

Lo segundo eran los ciudadanos que las cifras ubicaban por debajo de la pobreza. Ellos tampoco estaban tan claros en la representación social de los colombianos, hasta cuando supimos que si no salían a vender las frutas de la mañana o los dulces del medio día, sencillamente no comerían. Con la devolución del Iva, que está llegando ya al millón de familias, y el programa Ingreso Solidario, cuyo fin es mitigar a 3 millones de hogares en condición de pobreza, pobreza extrema y vulnerabilidad económica, el Estado está atacando un problema tan urgente como el de la vida misma: el hambre.

Habría que contar, ahí, el control de precios a productos de la canasta y la salud para frenar a los fascinerosos de la tragedia; la eliminación de aranceles a bienes importados que de otra manera habrían estado fuera del alcance de los colombianos, y las medidas de protección a las empresas y sus empleados.

Es muy probable que se requieran mas medidas, pues el experto global en pandemia Gabriel Leung, de la Universidad de Hong Kong, vaticina que la reducción del brote empezaría en septiembre, pero en medio de las críticas que mantienen algunos sobre las cifras de contagios no cabe dudas de que la curva social sí se ha ido aplanando.

Post Scriptum. La educación superior va a resultar duramente golpeada por la crisis. Las instituciones que son garantes de ella, aún no reciben apoyos puntuales del Estado. Más por la eventual frustración del sueño de toda una generación de profesionales y por la sociedad clama a gritos una renovación, el siguiente paquete de ayudas debería incluir a las universidades. albertomartinezmonterrosa@gmail.com @AlbertoMtinezM