Por muy entusiasmados o despechados que nos encontremos con los resultados de las elecciones, es imperativo dejar atrás lo más pronto posible el debate electoral. A estas alturas es muy probable que el candidato que nos gustaba nos haya desencantado o se haya quedado en el camino. Si su candidato fue el que ganó, lo que más conviene es no ponerse a restregar la victoria a los contendores y de igual manera dejar atrás la confrontación electoral. Superar la campaña virulenta que acaba de terminar dejará muchas heridas abiertas, pero como país lo que mas conviene es pasar la página de este espantoso debate lo más pronto posible. La lucha por el poder debe ser un medio que habilita al gobernante a alcanzar ideales superiores. Pero tristemente se ha convertido en un fin al que se debe llegar a toda costa relegando los propósitos realmente importantes. En todo caso, a pesar de que esto es una de las imperfecciones de la democracia, aun así, tenemos la fortuna de vivir en el menos malo de los sistemas. Por eso la invitación es a mirar hacia adelante.

Gustavo Petro es hoy presidente de Colombia debido a las votaciones que consiguió en las costas tanto Caribe como Pacífica. Quienes vivimos en estos territorios tenemos la obligación de exigirle que pase muy rápidamente de la retórica a la acción para trabajar prioritariamente por nuestras problemáticas. Requerimos soluciones sobre los problemas que día a día nos aquejan como son la seguridad, la falta de empleo y el precario acceso a los servicios públicos.

En lo que concierne a la región Caribe, históricamente siempre hemos estado muy cotizados a la hora de conquistar nuestros votos, pero poco valorados a la hora de destinar las inversiones para corregir las inequidades que persisten en comparación con el resto del país.

Según la encuesta Calidad de Vida del DANE 2021, la región Caribe tiene los índices más altos de pobreza multidimensional del país, los más altos índices de analfabetismo, el más alto indicador de rezago escolar, la más baja cobertura de alcantarillado. En materia de acceso a agua potable si bien se ubica mejor que la región Pacífica, sigue por debajo del promedio nacional.

En materia de pobreza extrema y pobreza monetaria, La Guajira ubica el deshonroso primer puesto y con excepción del Atlántico todos los departamentos tienen peores índices que el promedio nacional en ambos indicadores.

Por eso, lo que ha pasado en Barranquilla y el Atlántico es una proeza, pues dentro de un sistema profundamente centralista ha logrado gracias a un esfuerzo titánico equipararse a las principales ciudades del país en cuanto a sus indicadores sociales. Que Barranquilla tenga mejores indicadores de pobreza extrema que Bogotá y Cali y menor desigualdad que Medellín dentro de este sistema tan centralista es un verdadero milagro.

Y esto no es una crítica al gobierno que culmina. Por el contrario, en mi concepto tuvo logros importantes como el manejo de la pandemia, la vacunación, la política de vivienda, la política social en donde se triplicaron las ayudas y el manejo de la economía que hoy crece a tasas históricas. Desde Barranquilla recibimos todo el apoyo en los momentos más difíciles.

El punto es que tenemos un problema estructural que es un sistema centralista con el cual no hay una distribución justa de los recursos y que ha persistido en detrimento de las costas por décadas. La responsabilidad también está en nuestras manos para que esas exigencias representen a todos los estamentos de la sociedad y se hagan con argumentos y proyectos. Igualmente es fundamental que en el Caribe se elijan buenos dirigentes locales el próximo año que realmente vayan a representar estas luchas. El alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, ya lo está haciendo al unirse con alcaldes y congresistas de la región Caribe para exigir la reducción de las impagables tarifas de energía que nos agobian. Asimismo ha puesto sobre la agenda la necesidad de que acá también se hagan grandes inversiones de infraestructura como las que se hacen en el interior del país como sería el tren del Caribe y la recuperación de la navegabilidad del Río Magdalena.

Es hora de dejar atrás el debate electoral y trabajar unidos como ciudadanos, academia, empresarios y sectores políticos en el Caribe para exigir las soluciones a nuestros principales problemas. Sobre todo porque en el discurso de Petro no se vislumbran fórmulas efectivas que planteen soluciones concretas. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Debemos mirar hacia adelante y trabajar juntos para que algún día en Colombia el lugar en donde nacen las personas no predestine su futuro.