Europa Occidental es el mejor lugar del mundo para vivir. Sé que como afirmación suena potente. Especialmente en un país tan fascinado por los EEUU como es Colombia. Pero no creo que nadie sensato pueda negar los hechos. Si uno es rico, cualquier lugar del mundo puede ser el mejor. De eso no cabe duda. Pero si uno es un ciudadano normal, clase media, o un poco por arriba o por abajo de dicha clase media, no hay rincón del planeta donde se pueda tener una mejor calidad de vida que en Europa Occidental: educación y salud públicas y esencialmente gratuitas, transportes públicos eficientes, infraestructuras de calidad, subsidios de todo tipo para los necesitados, una seguridad ciudadana que lleva la tasa de homicidios por debajo del 1 por cien mil habitantes, etc. En EEUU quizá sea más sencillo ganar mucho dinero, pero ni la salud, ni la educación son tan accesibles para los menos afortunados, ni hay una seguridad comparable. De Japón, Corea del Sur o Singapur no hablo porque ir allí no es emigrar, es viajar a otro planeta. De los ricos países árabes como Emiratos o Qatar tampoco porque, aunque para muchos sea algo menor, para mí vivir en una democracia liberal es importante y los países de Europa Occidental, no como los árabes, ocupan los lugares más altos en cualquier clasificación de calidad democrática. Sólo Canadá, Australia y Nueva Zelanda son equiparables a Europa Occidental en todas las variables. En cierta manera, porque no son otra cosa que un trozo de Europa Occidental desgajado de la misma.
Por ello, siempre he considerado y recomendado a los interesados que, si desean emigrar, lo hagan a Europa Occidental y, especialmente y por motivos obvios de carácter lingüístico, cultural e histórico, a España. Esta defensa que hago de que los latinoamericanos jóvenes emigren a Europa no es por puro altruismo para con los ciudadanos de aquí deseosos de encontrar buenos trabajos y buen futuro más allá de los mares. Al contrario, al otro lado de la operación está un continente cada vez más viejo y necesitado de mano de obra joven, cualificada y con ganas de emprender. Un montón de países ricos y cada día que pasa con más gente idiotizada por su propio bienestar, con menos espíritu innovador y progresivamente más ensimismados, egoistas y miopes.
Ir a Europa no ha de ser necesariamente algo fácil. Un latinoamericano no creo que sea nunca utilizado como chivo expiatorio de las frustraciones locales como les pasa a los africanos y a los musulmanes, pero evidentemente en Europa hay mucho idiota xenófobo y racista y no es descartable alguna mala experiencia. Sin embargo, creo que si se valoran los pros y los contras merece la pena intentarlo. Al fin y al cabo, europeos y americanos, para lo que nos interesa españoles y colombianos, somos esencialmente la misma cosa separada por un océano y del mismo modo que yo vine aquí, y no me puedo quejar, ustedes pueden ir allá y que tampoco les vaya mal.
@alfnardiz