La casa sin cimientos que Escalona quería para su hija terminó siendo una mole de concreto de 25 metros de altura que ensucia el verde paisaje vallenato. Quien la diseñó se rajó en creatividad.Para justificar los $6.800 millones que costó (arquitectos consultados opinan que lo construido no llega a los $1.000 millones), ahora dicen que el interior será un museo. Habrá entonces que maquillar la fachada, quizá cubriéndola con un jardín vertical del que cuelguen plantas que florezcan.
Valledupar ha sido siempre una ciudad verde. Sin embargo, le faltan jardines públicos que la embellezcan aún más.Convertir fachadas en jardines es cada vez más frecuente. Se llama naturación urbana y es un movimiento que promueve el enverdecimiento de las ciudades.
Un buen ejemplo es Singapur, convertido en icono mundial de sostenibilidad urbana. María Boey, presidenta del Instituto de Parques y Recreo de ese país, afirma: “Uno de los elementos clave ha sido la participación de sus habitantes en el diseño y mantenimiento de zonas verdes. Hay parques infantiles con juegos para niños y áreas para adultos con equipos de ejercicio físico combinados con paredes y azoteas verdes. Tenemos, además, grandes parques, como el Jardín Botánico, que es un referente de la Unesco”.
Valledupar necesita grandes bosques empotrados en medio de la urbe donde se pueda trotar o caminar y en veinte años sirvan como pulmón a la ciudad. Solo hay dos grandes terrenos que pueden servir hoy a ese fin: el de la antigua electrificadora, en el norte, y el del Idema, cerca del aeropuerto. Las soluciones de vivienda que pretenden construir allí se necesitan, pero se pueden hacer en otra parte.
Urgen un jardín botánico y un bosque municipal con senderos hechos en gravilla, de esos que faltan por concluir en el Parque del Guatapurí. El municipio podría hacerse también a terrenos al otro lado del río y hacer una gran ronda arborizada que conserve el habitat natural de nuestra fauna (y no atropellen más jaguares porque invadimos sus espacios). Otra ronda actualmente desperdiciada es el manantial que corre paralelo a la avenida que va de La Popa al Obelisco, uno de los rincones naturales más bonitos y con mayor vida de la ciudad.
Un corredor peatonal verde podría diseñarse a partir de los centros de manzana que no han terminado de robarse en la parte histórica de la ciudad. ¿Y qué tal una extensa ciclorruta entre Hurtado y Patillal? Sería una bellísima travesía en época de cañaguates y puis florecidos. Todo entra por los ojos, incluso las ciudades. Si la dejamos en manos de políticos, la encementan por completo.
La estética también genera turismo y para lograr un entorno urbano amigable y sostenible es tan importante como la densidad demográfica, las viviendas asequibles y las estadísticas socioeconómicas. Es urgente debatir sobre esto, no el alcalde con sus funcionarios, sino la Administración con los ciudadanos. Para que no vuelvan a meternos gato por liebre, como los kilómetros de concreto y mármol en parques y plazas y los millones de pesos que se perdieron en eso.
@sanchezbaute