Si usted, querido lector, piensa que Colombia necesita de políticas nacionales que restrinjan el mercado de capitales, que regulen aún más el sector privado o que aumenten los aranceles aduaneros, miremos de cerca el último estudio sobre libre mercado de Fraser Institute (https://goo.gl/QqQwkK). Este informe analiza y mide el grado de libertad económica de los países, Colombia ocupa el puesto 105 sobre 165. En los últimos puestos de ese ranking están países como Venezuela, Libia, o Siria. En cambio, en los primeros puestos están naciones como Singapur, Nueva Zelanda o Suiza. ¿Sigue pensando lo mismo?

Si considera que la libertad económica no lo es todo y que lo importante es la igualdad económica, analice y compare el coeficiente Gini (indicador que mide la desigualdad) de los países que están al final y al principio del anterior ranking y no se mienta a sí mismo: los países con mayor libertad económica son de lejos los menos desiguales. Además, ¿quién dijo que la igualdad económica es lo importante? Lo indispensable es la igualdad en los derechos (promovido por el libre mercado) y la igualdad en oportunidades (promovido por la libre competencia).

Si usted, querido lector, sigue sin estar convencido, pero al mismo tiempo aplaude cuando el superintendente de Industria y Comercio sanciona y multa a las empresas que se unen para fijar los precios y repartirse los mercados (como en el cartel de los pañales), usted –sin saber– es pro libertad económica. El derecho de la competencia lucha contra los monopolios y las restricciones ilegales al mercado, fomentando in fine a la libertad económica.

Si lo anterior no fue convincente o suficiente, hablemos de China, país comunista (hoy solo lo es en cuanto a su sistema político). Desde que esta nación comenzó su transición hacia una economía capitalista (o economía de mercado) en 1978, mejorando en sus libertades económicas, el país ha sacado a más de 800 millones de personas de la pobreza, según cifras del Banco Mundial (https://goo.gl/HnCRC8).

En Colombia, hay un exceso de normatividad que trunca la libertad económica. Es tal la abundancia normativa que solo las grandes empresas pueden soportar sus derivados sobrecostos, ya que tienen grandes departamentos con profesionales en áreas de impuestos, derecho laboral, etc. En cambio, las pequeñas y medianas empresas no pueden soportar estos costos. Por eso, hacer empresa formal en Colombia es una odisea económica. Así mismo, no es de sorprenderse que el país ocupe el puesto 105 en el anterior ranking, obteniendo una nota global de 6,5/10. Y, obviamente, adivinen cuál es la sección del estudio en donde nos va peor: la que mide la eficiencia económicade nuestro sistema legal, con una nota de 3,8/10. Para esto sirve nuestra cultura legalista santandereana: para obstaculizarnos. Cuando en realidad necesitamos más libertades económicas y menos Estado.

@QuinteroOlmos